Los cinco nuevos Soles Repsol con los que A Coruña muestra la calidad de su gastronomía

Silvia Facal y Rafa Varela, del Hotel-restaurante Balarés, que acaba de recibir un Sol Repsol. Foto: Guía Repsol
Silvia Facal y Rafa Varela, del Hotel-restaurante Balarés, que acaba de recibir un Sol Repsol. Foto: Guía Repsol

Más de 50 inspectores e inspectoras son los encargados de decidir quién recibe un nuevo Sol de la Guía Repsol cada año. Este sistema de calificación, que lleva existiendo desde el año 2009, tiene en cuenta todos los aspectos relacionados con la experiencia de los clientes que visitan un restaurante —desde que hacen la reserva hasta que salen por la puerta del establecimiento—; así como parámetros relacionados con la sostenibilidad, el kilómetro cero, la integración, la economía circular y la coherencia de los proyectos que se cualifican. Es decir, un Sol Repsol señala aquellos lugares a los que volverías o que recomendarías a las personas que quieres que pasen una buena experiencia culinaria. Por esta razón, que aparezcan nuevos Soles Repsol en una provincia como A Coruña, siempre es una buena noticia. En este caso, fueron cinco los distinguidos.

«Es un reconocimiento que si bien no nos cambia la vida de momento, sí que se agradece mucho to lo que implique el reconocimiento de nuestro trabajo», comenta Rafa Varela, que junto con Silvia Facal conforma el Hotel-restaurante Balarés. «Además, personalmente, para nosotros haberlo conseguido en tan poco tiempo y cuando menos pensábamos, —ahora que volvimos al pueblo en el que nacimos después de esta 20 años en A Coruña— la verdad es que es estupendo», indica. El Balarés, en Ponteceso, es uno de los cinco nuevos Soles Repsol de los que ahora goza A Coruña. Con él, fueron reconocidos O’fragón, en Fisterra; Terreo Cocina Casual y Eclectic, en A Coruña y Simpar, en Compostela.

Priorizar el producto local

«Para mí es un indicativo de que se está trabajando bien. Es un reconocimiento al buen hacer dentro del restaurante y en relación a la experiencia del clientes», comenta Sergio Musso, uno de los miembros del restaurante urbano de cocina contemporánea gallega Eclectic. «Nosotros trabajamos por la excelencia. Hacemos un trabajo histórico en torno a la recuperación de la cultura y utilizamos siempre producto de aquí. Y estos son dos de los elementos que la guía destaca», añade.

Y no son los únicos reconocidos con Soles Repsol que trabajan con productos de la zona, km cero. De hecho, esta es una de las claves para conseguir este reconocimiento y es uno de los puntos que unen a todos estos restaurantes. O’fragón, por ejemplo, tiene la filosofía de «cocinar con lo que les rodea»; Simpar apuesta «por la cocina local actualizada con producto de temporada»; y en Terreo Cocina Casual trabajan con «producto de lonjas próximas para crear platos sugerentes y sabrosos».

Poner en valor el km 0

«Son varios los criterios, no solo la comida, los que tienen en cuenta. Pero sí que es cierto que la nuestra es una cocina de mercado, reconocible, con buen producto, de proximidad…», dice Rafa Varela, de O Balarés. «Pienso que ahora están centrados en este tipo de negocios que apostamos por el territorio», subraya.

Sergio Musso coincide en esta apreciación, ya que en Eclectic hacen «un trabajo serio» para a intentar que su cocina se ciña lo máximo posible a los productos gallegos, algo que, aseguran, hace poca gente. Para Musso lo más normal es ver en las cartas de otros restaurantes platos como ramen gallego. «¿Para qué voy a buscar un elemento cultural a 20.000 kilómetros de distancia, cuando puedo tener un cocido de toda la vida?», se pregunta el cocinero. «Nosotros este año recuperamos el recetario de Victoria Armesto, la fundadora de la Casa Grande de Xanceda, porque queremos darle a la cultura local un nuevo compendio de lo que es la gastronomía gallega», sostiene.

Apostar por la temporada

Se puede decir entonces que los Soles Repsol coinciden con el momento social actual en el que cada vez más gente comprende y aprecia la importancia de los productos propios y de proximidad. Algo que no solo se refleja en la calidad de lo que se come, sino también en el cuidado del entorno y del planeta en general. Y esto responde también a que, en estos restaurantes, los menús acostumbren a cambiar según la temporada.

«Silvia, que es la chef de O Balarés, hace la compra semanal y, segundo lo que encuentro, vamos adaptando el menú», explica Rafa Varela. «Aunque es cierto que los pescados en general son los que destaca más nuestra clientela, nosotros intentamos darle protagonismo a cada producto en cada época. Nos adecuamos mucho a lo que hay en el mercado: en un momento pueden ser los tomates y en otro la caballa», incide.

Calidad, proximidad, sostenibilidad, cariño, respeto por la cultura… Aunque los restaurantes entrevistados dicen no saber por qué recibieron el reconocimiento, la realidad es que se trata de un premio al trabajo bien hecho y cuidado. Y, gracias a la existencia de los Soles, se puede escoger con más acierto a dónde acudir para disfrutar de gastronomía gallega de proximidad y calidad.

Rafa Varela termina deseando que se siga poniendo el foco en la zona, porque asegura que tiene mucho futuro y es importante para gastronomía gallega. Porque un reconocimiento siempre ayuda a colocar en el mapa lugares que, de otra manera, quizás pasarían desapercibidos.

Queso Galmesán, un sabor distinto pero cien por cien gallego

Envase de queso Galmesán.
Envase de queso Galmesán.

Cuando se piensa en el queso de Arzúa, lo primero que viene a la cabeza es un queso de pasta blanda, suave, cremoso y de maduración corta. O así era hasta ahora. En el año 2017, precisamente con la intención de satisfacer la demanda de otro tipo de queso, nació un proyecto que supuso una revolución en lo que se venía haciendo hasta ese momento en la zona: el queso Galmesán.

“Galicia produce el 45% de la leche de vaca del estado español. Nosotros vimos que, con la calidad de la materia prima que tenemos, había un hueco y una demanda de quesos de otros perfiles de lo que se venía haciendo hasta ahora». Carmela Cano es la gerente de Galmesán, la empresa detrás de este queso parecido al parmesano, que tiene una maduración de 18 meses. «Los quesos tradicionales, con denominación de origen, son grandes quesos, pero nosotros creíamos que existía un espacio para quesos de larga maduración, incluso si van un poco en contra de lo que es tradición en una tierra quesera como es Arzúa. Y lo que obtuvimos es un queso distinto pero genuinamente gallego”, añade.

Vinculación al territorio

Cano explica que lo que hace en primer lugar diferente a este queso es su proceso de maduración de año y medio. De hecho, fue este proceso tan largo el que provocó que, aunque la empresa nació en el año 2017, no salieran al mercado hasta mediados de 2018. Aún así, no es esta la única característica que hace único el queso que ofrece Galmesán.

«Dentro de las muchas clasificaciones que hay en los quesos, nosotros podemos hablar de que partimos de una pasta cocida alpina y de recetas queseras poco habituales en nuestro país. Esta pasta cocida es más común en la zona de los Alpes —en Francia, Suiza e Italia— y es la que permite ir con la leche de vaca a largas maduraciones», cuenta Cano. «Y es esta maduración tan larga la que hace que no sea un queso tradicional gallego y que tenga una textura que recuerda al parmesano, pero sí que es un queso de Galicia, porque la organoléptica está totalmente definida por el territorio. A mí me gusta llamarlo Queso paisaje”, sostiene.

Los pilares del queso Galmesán

Cano y el equipo de Galmesán explican que para ellos era muy importante crear un producto que expresase el entorno, el paisaje y el ecosistema de Galicia dentro de su diferencia con los quesos de la zona. Para conseguir esto, elaboraron unas líneas de tipificación para crear un queso gallego no por tradición, sino por la vinculación con el territorio basada en tres puntos fundamentales.

«El primer punto es utilizar leche de pastoreo de pequeñas granjas locales», cuenta Cano. «Esto nos permite partir ya de una materia prima muy caracterizada por el entorno, porque la leche de pastoreo, frente a la estabulada, tiene una organoléptica propia, muy definida por el tipo de pasto, el tipo de paisaje y las características en sí de nuestros terrenos», apunta.

Galmesán cuenta en la actualidad con casi 30 pequeños ganaderos, todos de la zona de Arzúa y de la comarca del Deza. Estas pequeñas explotaciones responden a un modelo sostenible, de proximidad, y donde las vacas se alimentan en libertad y sin estrés de pasto y forraje gallego, otras de las claves para esta empresa quesera. De hecho, el nombre de la propia empresa proviene de una visita a una de estas granjas.

Origen del nombre del queso Galmesán

«El nombre nos acompaña desde los inicios, porque visitando una de estas granjas, vimos que acababa de nacer una ternera a la que llamaron Galme», rememora Cano. «Haciendo tormenta de ideas, se pensó que sería bonito utilizar el nombre de esta vaca, coetánea al nacimiento del proyecto. Y así nació Galmesán: un juego de palabras que marca por un lado el origen de la leche de Arzúa, de donde es esta ternera, con la idea de producto artesano y saludable. La terminación en ‘án’ busca reforzar la identidad gallega de la marca», señala.

Pero no es solo la leche lo que hace que este queso tenga cualidades propias de la zona. El segundo punto de vinculación al territorio es la elaboración de fermentos propios a partir de la leche de vaca. En Galmesán no utilizan fermentos comerciales porque la industria del fermento comercial no proporciona cepas autóctonas, sino que todas son foráneas.

Proceso de elaboración del queso Galmesán.

El sistema de elaboración de fermentos

«Por esta razón, lo que hacemos es un sistema de elaboración de fermentos, partiendo del suero de la elaboración del día anterior, para que sean nuestras bacterias y cepas autóctonas —las que provienen originalmente de la leche— las que provocan las fermentaciones en el queso», explica la gerente de Galmesán. «Una vez más, esto vincula con el territorio porque son precisamente esos fermentos los que van a dotar de aromas y sabores a los quesos», sostiene.

Esta es una técnica muy rudimentaria de elaboración del fermento partiendo del lactosuero de la elaboración anterior. Sin embargo, desde Galmesán cuentan que apostaron por esta tecnología porque es la que permite hablar de esa expresión del territorio en el producto, algo que para ellos es de mucho valor y que no se suele hacer mucho, ya que la mayor parte de las queserías siguen utilizando fermentos comerciales en vez de elaborar propios.

El tercer punto que hace que el queso Galmesán sea genuinamente gallego es la forma en que se tipifica y madura: en una sala de maduración en Arzúa donde florecen las cortezas con las cepas autóctonas. Es gracias a ellas que se afina el queso y termina de adquirir el aroma propio. En esta sala de maduración y secado, un maestro afinador es el encargado de voltear los quesos diariamente durante los primeros meses.

Un queso cargado de reconocimientos

Desde su primera aparición, en el año 2018, el queso Galmesán ya empezó a recibir reconocimientos y tuvo una amplia presencia tanto en el mercado nacional como en el internacional. 

«Echando la vista atrás, los premios llegaron muy pronto. Desde el primer año en el mercado, nos reconocieron como el mejor queso de vaca de España en el Gourmets Quesos, algo que no había pasado nunca antes», rememora Cano. «Y a partir de ahí, ya todas las medallas en los campeonatos internacionales de los World Cheese: primero platas en Bérgamo y Oviedo, más tarde el oro en Gales y ahora el superoro en Noruega, en esta última edición», recuerda.

Pero no solo tienen éxito en los jurados internacionales, sino también en los mejores restaurantes de Galicia, como en los Estrella Michelín de Lucía Freitas, Pepe Vieira o Iñaki Bretal, entre otros. Pero también en restaurantes más cotidianos.

Conjunto de quesos Galmesán.

Aplicación del queso Galmesán en la cocina

«Es que se trata de un queso muy gastronómico porque raya, funde y gratina. Con lo cual, en la cocina se puede emplear para casi cualquier elaboración que se nos ocurra. Eso hizo que desde el principio llamara la atención de los cocineros y cocineras tanto de Galicia como de otras zonas», comenta Cano. «No deja a nadie indiferente», subraya.

Cuando se le pregunta a la gerente de Galmesán cuál es su forma favorita de comerlo, ella lo tiene claro. «Mi favorita es en una lasca fina. Al final es un queso con una persistencia muy larga, por lo que siempre recomiendo un corte fino con el que se puede degustar su complejidad organoléptcia», asegura. «De principio a fin, vamos a ir saboreando la paleta de sabores que va evolucionando durante toda la degustación».

Aún así, si todavía quedan dudas, en la propia página web de Galmesán tienen una sección dedicada a recetas con las que poder disfrutar de este queso tan distinto y, al mismo tiempo, tan propio de Galicia.

El Sol, ¿clarea realmente nuestra ropa?

Es nuestra estrella amiga, por excelencia. Sin su luz y su energía, no habría vida en nuestro planeta. El Sol es una estrella amarilla de nuestra galaxia que convierte en su núcleo, a una temperatura de unos quince millones de grados centígrados, hidrógeno en helio. Una pequeña parte de la energía resultante de esta transformación llega a la Tierra a través de diferentes radiaciones, entre ellas las ultravioletas, que son las responsables, por ejemplo, de ponernos morenos en verano.

“Se calcula que hay más de dos cientos mil millones de estrellas en la Vía Láctea, nuestra galaxia. Estrellas como ella hay infinidad, pero su particularidad es que nos da la vida. Sin el Sol, evidentemente, no habría vida en la Tierra y, por lo tanto, a pesar de ser una estrella vulgar, para nosotros es fundamental. Se trata básicamente de una esfera de gas, sobre todo de hidrógeno que se transforma continuamente en helio. Cuando vamos de noche a ver las estrellas, todas nos parecen blancas. Pero su color depende de su temperatura superficial y los colores pasan del rojo al naranja, después amarillo, blancas y, finalmente, azules, las más frías. El Sol es una estrella amarilla que, como digo, sin su luz y su calor, la vida no sería posible en nuestro planeta”, nos explica, a modo de presentación del astro rey, José Ángel Docobo, catedrático de Astronomía de la Universidad de Santiago de Compostela.


Blanqueador natural y gratuito

Mucho antes de que colocásemos placas solares en nuestros tejados, la energía limpia del Sol ya era aprovechada de diferentes maneras por nuestros antepasados. Una de ellas, muy popular, sencilla, y previa a la llegada de los productos químicos que encontramos hoy en el mercado, era poner la ropa al sol para aclararla, es decir, para dejarla de un blanco perfecto.

Camisas, manteles o sábanas siguen siendo hoy enjabonadas y extendidas al sol para que el color amarillento desaparezca. Para Docobo, la energía del Sol es un verdadero desinfectante natural y además gratuito.

El catedrático José Ángel Docobo en la biblioteca del Observatorio Astronómico Ramón María Aller de la USC.

“No es que no funcione, es que funciona perfectamente y de manera natural. La radiación ultravioleta que nos llega del Sol, por suerte un tipo de radiación ultravioleta no tan peligrosa como otras que absorbe la propia atmósfera, es muy energética y es capaz de eliminar el color amarillento de los tejidos y blanquearlos. Además, es un desinfectante muy efectivo que acaba con las bacterias y los hongos, por ejemplo. Como digo, es un método natural y además gratuito. También se dice que la luna llena tiene la misma capacidad, pero no es así. La luz que recibimos de la luna es infinitamente menor de la que nos llega del Sol. En realidad, esa luz es una radiación reflejada de la radiación solar, y la luna solo es capaz de devolvernos un 13%. Como resultado de esto, la radiación ultravioleta es una mínima parte. Por ejemplo, si estuviésemos toda la vida bajo la radiación de la luna llena, no nos pondríamos morenos nunca. Esto ya nos da una pista de que, efectivamente, no es un buen método para blanquear la ropa”, afirma Docobo.

¿Es posible disfrutar de las auroras boreales en Galicia?

Además de su luz y su energía, el Sol nos ofrece fenómenos grandiosos como pueden ser las auroras boreales. Un espectáculo de luz, colores y formas, resultante de la interacción del viento solar cargado de partículas con el campo magnético de la Tierra. El catedrático de Astronomía nos asegura que el próximo año podríamos disfrutarlas en latitudes como las nuestras ya que el Sol se encontrará en una fase de máxima actividad, algo que ocurre cada 11 años, aproximadamente.

“Normalmente para ver estas auroras tenemos que viajar a países que están cerca del polo norte, pero cuando el Sol pasa por una fase de máxima actividad, las partículas pueden caer en latitudes mucho más bajas. En el año 1938, por ejemplo, una aurora boreal muy fuerte fue visible en toda Europa y duró hasta seis horas. En Galicia, tuvimos otra oportunidad de disfrutarlas en el mes de marzo del año 1989. El año que viene puede que el máximo de actividad sea bastante intenso porque ya en los últimos meses se han registrado auroras boreales en la Península Ibérica, fueron visibles desde Extremadura y Castilla, por ejemplo. En el mes de abril del año pasado, también ocurrió lo mismo en la costa asturiana”, subraya Docobo desde la biblioteca del Observatorio Astronómico de la USC.

El primer eclipse total de Sol del último siglo

Docobo también nos anuncia otro fenómeno relacionado con nuestra estrella amiga que centrará la atención de los científicos y, seguramente, la de todos nosotros en un futuro inmediato. Se trata del eclipse total de Sol que se podrá observar desde Galicia dentro de dos años y medio, algo que no sucedía desde 1912.

“Está previsto, concretamente, para el día doce de agosto del 2026. Se va a ver en Galicia, sobre todo en las partes norte y este del territorio. Hace casi dos décadas tuvimos también un eclipse anular, pero esta vez a luna va a tapar completamente el disco del Sol. Como ya ha pasado muchísimo tiempo desde el último eclipse total de sol, lo que vamos a experimentar va a despertar, seguramente, una gran expectación. Como ya hubo eclipses parciales en el pasado reciente, la gente ya sabe que deberá tomar muchas precauciones para disfrutar de este fenómeno, pero yo creo que lo mejor sería comenzar a concienciar a la sociedad de las medidas que serán necesarias para poder observarlo. Siendo en el mes de agosto, en pleno verano, espero que las condiciones meteorológicas estén de nuestro lado para poder disfrutarlo. Malo será”, concluye José Ángel Docobo.

El amor, ¿una cuestión de química?

Un gesto, una mirada, los rasgos de una persona o simplemente su voz. Cualquiera de estos pequeños detalles puede despertar en nosotros una atracción física, sexual o emocional provocada por nuestras hormonas que, una vez en acción, pueden llevarnos a sentir deseo, amor y cariño. Cada una de las fases de la relación entre dos personas está relacionada con una parte del cerebro, desde el más primitivo hasta el más racional, y es resultado del efecto de diferentes sustancias químicas. 

La atracción física o sexual aparece cuando, gracias a nuestros sentidos, nuestras hormonas reaccionan ante algún elemento determinado que es de nuestro agrado.

“Existen muchos estudios sobre lo que nos atrae de las personas. Algo muy curioso es que, en general, nuestro canon de belleza está relacionado con todo lo que ya conocemos. También es curioso que muchas veces nos gustan aquellas personas que se nos parecen, porque también es lo que mejor conocemos. La vista identifica eso inmediatamente, además de otras características como puede ser la simetría de un rostro. Quizás ésto sea el origen de los cánones griegos y la proporción áurea, y por eso la gente que tiene cierta simetría es considerada, a menudo, hermosa. Pero también es verdad que ciertas asimetrías nos producen una especie de juego mental desafiante que también nos puede atraer mucho”, nos cuenta Ana García Deibe, catedrática de Química Inorgánica en la Universidad de Santiago de Compostela. 

La fea que nos hace perder la cabeza

Si la atracción física se alimenta con algún tipo de contacto entre dos personas y la satisfacción y el bienestar se confirman, entra en acción una molécula que nos llevará a experimentar síntomas que no engañan : excitación, felicidad, falta de apetito y hasta cierta obnubilación. Esta molécula de nombre feniletilamina y apodada “la fea” por sus siglas, se desencadena gracias a sustancias como la dopamina o la serotonina. Un cóctel del que es difícil desengancharse.

“Tiene un efecto adictivo, porque la FEA, la feniletilamina, es una anfetamina. De hecho, los mecanismos y las partes del cerebro que se excitan con este tipo de moléculas son las mismas que se excitan con el juego o con las drogas, son muy parecidas. Por eso el amor también es, en cierta manera, adictivo, y por eso echamos de menos a alguien y se crea dependencia de una persona. Los niveles de dopamina y de serotonina, y esa felicidad que sentimos, hacen que cada vez tengamos más ganas de ver a la otra persona, sentir la excitación y las descargas de adrenalina que aceleran el corazón y hacen que nos suden las manos. Eso de que el amor es ciego es verdad, porque esas reacciones químicas hacen que se nos obnubile la zona del cerebro que es más racional. La feniletilamina también está presente en muchos alimentos, el más conocido es el chocolate. Por eso, cuando hay una ruptura amorosa y sentimos la falta de esta molécula, abusamos de él”, nos explica la científica de la USC.

La oxitocina, la verdadera hormona del amor

Si la FEA siempre fue considerada como la “molécula del amor”, García Deibe defiende que ese título debe pertenecerle a la oxitocina, una hormona que también está presente en el apogeo del deseo, pero que permanece en el tiempo garantizando otra fase de nuestra relación con la otra persona : la del cariño, la del apego, la del amor sereno y duradero

“Cuando la FEA deja de hacer su efecto, cuando el tiempo de apogeo se acaba, lo que tienes es que sentir más vínculos con la otra persona. Ya no funciona solo la atracción física. Esa atracción tiene que verse reforzada por otras cosas. En ese momento entran en acción otras moléculas y la más conocida de ellas es la oxitocina. Esta molécula es la que se libera con los abrazos o con los besos. La feniletilamina es conocida como la molécula del amor, cierto, pero realmente la hormona del amor es la oxitocina, porque es la que permanece en el tiempo y la que nos da satisfacción no solo con el contacto sexual, sino también con el contacto en general, con todas las personas. Por eso decimos que seguramente en la pandemia echábamos tanto de menos los abrazos de la gente. Es eso, es el contacto. La oxitocina es la hormona del amor y la FEA, a feniletilamina, la molécula de la exacerbación amorosa”, subraya la profesora de Química. 

¿Amor con fecha de caducidad?

Aunque algunos estudios neurológicos aseguran que el amor, en su cénit, dura menos de tres años, García Deibe insiste en que éste solo finaliza si no se crearon otros vínculos. Es decir, el amor se construye, evoluciona y, a veces, funciona.

“Estas moléculas son de metabolización rápida, por eso las reacciones en nuestro cuerpo aparecen y desaparecen. Todo son ciclos y eso está muy bien porque, de lo contrario, estaríamos todo el día ahogados, colorados, no tendríamos otra vida, no comeríamos, no dormiríamos, no haríamos nada. Pero llega un momento en el que el cuerpo ya dice, necesitamos hacer otras cosas. Es el cerebro réptil que dice hay que comer y beber, no solo reproducirse. Es cierto que algunas investigaciones datan el amor en tiempos cortos, pero también se han hecho trabajos neurológicos que estudiaron las reacciones de algunas parejas veinticinco años después de conocerse y seguían sintiendo una cierta excitación, pero gracias a mecanismos diferentes a los del principio”, afirma.

Ahora que ya sabemos que la expresión “tener química con alguien” no es solo una frase hecha, sino que reflexa perfectamente nuestra naturaleza, la profesora de la USC nos asegura que la parte más evolucionada de nuestro cerebro también es capaz de discernir y controlar, si es necesario, los estímulos que provocan en nuestro cuerpo las hormonas. 

Para finalizar, García Deibe no puede ofrecernos la fórmula mágica del amor sereno y duradero, pero insiste en que el apego y el cariño que nos ofrece la oxitocina, juegan un papel muy importante para llegar a disfrutarlo:

“Es evidente que hay gente con la que te sientes especialmente cómoda, sino las amistades no durarían lo que duran. Hay gente con la que te encuentras veinte años después y sigues encontrándote tan cómoda como la primera vez. Pero es porque nos ofrecen otras cosas, no es solo porque nos producen siempre una felicidad exacerbada. Con eso no se vive, quizás un tiempo, pero tiene que haber otras cosas. Y esas son las que crea nuestro cerebro más evolucionado”, finaliza la catedrática.

¿Las agujetas mejoran con agua y azúcar?

No conseguir ponerse en pie o simplemente levantar los brazos por lo doloroso que puede ser, es algo que ocurre cuando hacemos un ejercicio intenso o prolongado forzando nuestros músculos. Es lo que se llama tener agujetas. Antes se pensaba que eran resultado del ácido láctico que produce nuestro metabolismo cuando hacemos ejercicio y que, en forma de cristales, se depositaba en nuestros músculos, como pequeñas agujas, provocando un dolor intenso. Pero la ciencia tiene hoy otra respuesta sobre el origen de las agujetas.

“Las agujetas son dolores musculares que aparecen, normalmente, poco después de hacer ejercicio. Son muy molestas y, tradicionalmente, siempre se identificaron con depósitos del ácido láctico que produce nuestro metabolismo. Se creía, de hecho, que cuando hacíamos un ejercicio intenso, se depositaban en nuestros músculos, como pequeñas agujas, causando mucho dolor. Gracias a estudios recientes, existe la evidencia de que esto no es así, que el ácido láctico enseguida se metaboliza y no causa dolor en los músculos. Hoy creemos que las agujetas son pequeñas lesiones, pequeñas microfisuras en las fibras musculares provocadas precisamente por el ejercicio intenso”, nos explica Rosaura Leis, catedrática de Pediatría y profesora e investigadora en Nutrición en la Universidad de Santiago de Compostela (USC).

Cae un mito, el agua con azúcar no ayuda

La respuesta a nuestra pregunta de hoy no se hace esperar. Como nos confirma la científica de la USC, si el agua con azúcar era la solución para evitar la producción de ácido láctico y disminuir así el dolor de las agujetas, el remedio tradicional pierde ahora todo su sentido ya que lo que duele son las microfisuras que se producen en los músculos.

Rosaura Leis insiste en que la hidratación es necesaria, sí, para recuperar el sodio o el potasio, por ejemplo, que perdemos cuando sudamos al hacer ejercicio. De hecho, hoy encontramos en el mercado muchas bebidas que prometen ayudarnos a recuperar estos elementos pero, Leis, hace una precisión al respeto:

Rosaura Leis es catedrática de Pediatría y profesora e investigadora en Nutrición en la Universidad de Santiago.

“Efectivamente, cuando uno hace ejercicio, una buena hidratación es algo muy importante, y, según el tipo de ejercicio, puede ser beneficioso incluso el consumo de bebidas que tengan agua, sodio, potasio y azúcar, que es un nutriente que nos da energía para realizar los movimientos musculares. Pero tenemos que tener mucho cuidado con otro tipo de bebidas que yo llamo estimulantes porque, además de todos los componentes de los que hablamos, también incluyen sustancias, a veces en cantidades muy elevadas, como la cafeína u otros estimulantes que tienen efectos sobre nuestro organismo. Por eso no es aconsejable su consumo, sobre todo los niños y los adolescentes”, nos explica la profesora de la Facultad de Medicina.

Una dieta equilibrada, la mejor prevención

Rosaura Leis nos recuerda también los límites establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto al consumo de azúcar que, según las indicaciones, no puede superar el 5% de todas las calorías que consumimos cada día. También por eso nos advierte sobre muchas de las bebidas con agua y azúcar que prometen ayudar a recuperarnos, sin el dolor de las agujetas, después de realizar ejercicio.

Intentar evitarlas o disminuir su intensidad sería lo más inteligente y para eso, Leis lo tiene muy claro: “Solo una dieta equilibrada, variada y diversificada, será lo que nos permita prepararnos para hacer ejercicio y reducir así las posibilidades de sufrir agujetas. Esto no significa que no podamos tomar un poco de agua con azúcar, pero es nuestra dieta la que nos aportará energía y la que nos aportará las proteínas, los hidratos de carbono, las grasas saludables y todos los componentes funcionales que tiene una dieta para conseguir el mejor estado físico posible para la realización de ejercicio en nuestra vida diaria”, afirma.

Un poco de frío, la solución inmediata

La OMS aconseja realizar una hora de actividad física al día para mantenernos en un buen estado de salud. Si optamos por hacer ejercicio, además de una dieta equilibrada y una buena hidratación, Leis preconiza preparar nuestros músculos antes de comenzar para evitar forzarlos y también al finalizar para que vuelvan su posición normal, es decir, cuando están en estado de reposo.

Pero si a pesar de esta preparación, sufrimos finalmente el terrible dolor de las agujetas, la catedrática de la USC, nos deja un consejo para saber qué hacer:

“La solución cuando tienes agujetas es sencilla: llegas a casa, aplicas frío en el músculo que te duele para disminuir la inflamación que causa este dolor y favorecer la recuperación, sigue una dieta equilibrada y saludable, bebe, hidrátate bien y ve moviendo poco a poco el músculo. Es aconsejable también, si puede ser, por si tenemos mucho dolor o por si la situación se repite, tener un buen asesoramiento de un profesional de la actividad física o un sanitario, esto es fundamental. Pero quiero insistir, antes de finalizar, en que prepararse para el ejercicio es esencial. Tenemos que hacer unos buenos estiramientos antes del ejercicio y una vez que finalice, y, sobre todo, nunca forzar nuestros músculos cuando trabajemos con ellos”.

¿Es la inteligencia artificial una amenaza para la humanidad?

La ambición científica de que las máquinas llegasen a simular o superar un día a la inteligencia humana para mejorar nuestras vidas, fue presentada al mundo a mediados del siglo pasado bajo el nombre de inteligencia artificial. Fue en el verano del año 1956 en el Dartmouth College, una universidad de la costa este de los Estados Unidos de América, cuando un grupo multidisciplinar de científicos celebró una reunión, financiada por la Fundación Rockefeller, para dar a conocer el nacimiento de un nuevo campo científico tecnológico.

“Ese fue el germen de la inteligencia artificial pública, la primera vez que se hablaba de ella en los medios y en los laboratorios de investigación de todo el mundo. En esa reunión había matemáticos, físicos, psicólogos, filósofos, ingenieros y economistas. También podemos decir que el verdadero arranque de la inteligencia artificial fue poco antes, en el año 1943, con la publicación del primer modelo matemático de neurona, pero es cierto que fue después de esa reunión en el Dartmouth College, cuando se hizo público ese nuevo campo, con un nombre y con un objetivo claro que era ser capaces de crear una inteligencia artificial equivalente o superior a la humana. Aún estamos lejos de alcanzar ese reto, entre otras cosas porque no sabemos siempre cómo avanzar”, asegura Senén Barro, director del Centro Singular de Investigación en Tecnologías Inteligentes (CiTIUS), de la Universidad de Santiago de Compostela. 

La electricidad del siglo XXI 

Casi siete décadas después, el concepto ya forma parte de nuestro vocabulario y sobre todo de nuestra vida cotidiana, porque es uno de los elementos esenciales en muchos de los servicios que empleamos y en los cuidados que recibimos: desde los asistentes de voz de nuestros teléfonos inteligentes que nos ayudan a encontrar una información, hasta el diagnóstico de enfermedades, pasando por la identificación automática de correos electrónicos no deseados o las propuestas de las plataformas de música o video que empleamos, basándose en nuestras preferencias. 

Esta revolución impulsada en los últimos años gracias a los avances tecnológicos, a la disponibilidad sin precedentes de enormes cantidades de datos y, sobre todo, a la inversión económica, fue bautizada por Andrew Ng, profesor en la Universidad de Stanford, en California, y gurú de la inteligencia artificial, como la “electricidad del siglo XXI”. 

“Esta comparación es un poco exagerada, pero muy útil ya que, de alguna manera, nos ofrece varios mensajes interesantes. El primero es que, tal como la electricidad hoy está en todas partes y no podríamos tener la vida que tenemos, la vida que construimos, sin ella, pues cada vez más ocurre lo mismo con la inteligencia artificial, ya que muchos dispositivos que empleamos ya la llevan integrada, como los relojes, los teléfonos, los coches, los ordenadores, los robots, etc. En segundo lugar, debemos pensar que si un día se produce un apagón energético, eso sería algo dramático para la humanidad, pues con la inteligencia artificial pasará lo mismo si la desconectamos. Sin ella, nuestros dispositivos no funcionarán correctamente, en un mundo en el que ya dependeremos en buena medida de ella, en un mundo en el que ya no sabremos vivir sin la inteligencia artificial porque también hará mejores nuestras vidas”, afirma el científico del CiTIUS. 

Es como alarmarnos por la superpoblación en Marte 

Pero como ocurrió con todos los grandes avances que tuvieron un impacto importante en la humanidad por su poder transformador, la inteligencia artificial también despierta muchos recelos, temor y desconfianza. Unos sentimientos propios del pánico moral o del pesimismo típico que provocan todas las grandes revoluciones tecnológicas. 

Para saber si existe realmente el riesgo de que la inteligencia artificial llegue a poner un día en peligro a la humanidad, le preguntamos a Senén Barro, quien nos responde con una ingeniosa frase del profesor Andrew Ng. 

“Preocuparnos hoy por una inteligencia artificial, superinteligente, que pueda tomar el control del mundo y someternos, es como preocuparse por la superpoblación en Marte. Es una frase muy directa que nos hace reflexionar. Yo creo que es positivo que algunas personas se interroguen sobre esa posible superinteligencia que podríamos tener el día de mañana. Es importante que lo hagan porque es una forma de pensar a largo plazo, de poder anticiparse o de aportar ideas que pueden ser muy útiles. Pero desde luego tener pánico, alarma y, sobre todo, transmitir esa preocupación a la población, eso es mala fe porque ahora mismo no estamos en esa situación. Hay riesgos, claro, tenemos que afrontarlos, pero ahora mismo no es cierto que la inteligencia artificial pueda llegar a someternos o aniquilarnos », subraya Senén Barro. 

Automatización del trabajo, la preocupación más urgente 

La educación y sobre todo unas reglas exhaustivas como las previstas en la futura ley de inteligencia artificial de la Unión Europea, pendiente de adopción por parte del Parlamento y del Consejo europeos después del acuerdo alcanzado el pasado mes de diciembre, son los elementos que el director del CiTIUS considera indispensables para garantizar el buen uso de la inteligencia artificial. 

Pero para finalizar, Senén Barro, nos desvela cuál es su mayor inquietud respecto a la inteligencia artificial, una preocupación que sería la más acertada afrontar en este momento de su desarrollo. 

“Me inquieta que nos despreocupemos completamente de cuál puede ser el impacto de la automatización del trabajo. Creo que es un tema que merece toda nuestra atención y sobre todo la de los gobiernos. Aún no se está trabajando en esa línea con la intensidad con la se debería. Automatizar el trabajo, en principio, es muy positivo, en la medida en la que la productividad resultante y la riqueza que se genere sea distribuida de una manera justa y no sirva para incrementar las diferencias sociales, económicas, culturales o las relacionadas con la salud. Eso es de lo que deberíamos estar preocupándonos ahora y no en la posibilidad de que un día la inteligencia artificial se nos vaya de las manos. Como dijo Andrew Ng, eso es como estar hoy en alerta por la superpoblación en Marte”, concluye Barro.

¿Comer huevos dispara nuestro colesterol?

Cocidos, en la tortilla de patatas, revueltos con hortalizas o en los dulces del postre. En nuestra gastronomía muchas recetas, sobre todo las tradicionales, llevan huevos de gallina. De hecho, son un alimento muy completo que nos ofrece proteínas y ácidos grasos además de vitaminas y minerales que nuestro organismo no produce y tenemos que absorber de los alimentos. Es un producto con un precio accesible y de fácil preparación.

Pero durante muchos años hablar de comer huevos fue sinónimo de colesterol en la sangre. Una relación que hoy pueden rechazar los científicos, como Manuel Vázquez, catedrático de Tecnología de los Alimentos en la Universidad de Santiago de Compostela (USC), gracias a la investigación.

“Cuando existía menos conocimiento científico, se hacía una relación directa. Si tener mucho colesterol en la sangre es malo porque está relacionado con algunas enfermedades, aquellos alimentos que tengan un alto contenido de colesterol también son dañinos y debemos reducir su consumo. Esa era la conclusión en ese momento. Pero hoy sabemos que nuestro organismo no absorbe todo el colesterol porque viene acompañado con otras sustancias como proteínas que pueden dificultar su absorción. Además, tampoco se sabía que nuestro propio organismo produce colesterol y lo que hace es ajustar la cantidad que necesita con el que recibe de los alimentos”, nos explica Vázquez.

El consumo de huevos se limita en casos especiales

Con los huevos libres ya de toda sospecha, las recomendaciones dietéticas nos indican hoy que su consumo sea de hasta cuatro unidades por semana por ser una buena fuente de proteínas frente a la carne y un producto con un impacto medioambiental relativamente bajo. Respeto al colesterol, el límite es de trescientos miligramos por día. Una indicación que podría desaparecer en un futuro no tan lejano como ya ocurrió en otros países como Estados Unidos. “No tiene mucho sentido regular el consumo de colesterol cuando ya sabemos que nuestro organismo también lo está generando”, afirma Vázquez.

Manuel Vázquez, catedrático de Tecnología de los Alimentos en la USC.

El catedrático del campus de Lugo asegura que muchos de los problemas de elevada concentración de colesterol en la sangre pueden ser genéticos o hereditarios y que eso hay que tenerlo en cuenta en nuestra dieta, además de la manera de cocinar los alimentos. El científico de la USC, también precisa el caso excepcional de algunas personas.

“Hay un porcentaje de población muy pequeña, sobre un 2%, que padece un problema de hiperrespuesta, es decir, con el consumo del colesterol que hay en los huevos o cualquier otro alimento, aumentan mucho su concentración en la sangre. Son casos especiales que necesitan de un seguimiento médico, por endocrinólogos que hagan un estudio completo. Por lo tanto, si por prescripción médica te recomiendan no consumir huevos porque tienes ese problema, tienes que reducir efectivamente su consumo”, insiste Vázquez.

Mejor tortilla francesa que huevo frito para el colesterol

El catedrático en la Facultad de Veterinaria de la USC, dirigió recientemente una tesis en la que se estudiaba con ultrafiltraciones cómo interactúan el colesterol y las proteínas de los huevos. Gracias a una simulación in vitro de lo que puede pasar en nuestro intestino, se comprobó que cuando la yema se filtraba sola, el colesterol pasaba por las membranas de la ultrafiltración, pero cuando se filtraba mezclada con la clara, no se detectaba al otro lado.

“La conclusión fue que el colesterol no pasaba por las membranas porque estaba asociado a las proteínas de la clara. Esto tiene unas implicaciones muy importantes en la alimentación, sobre todo en la de aquellas personas que tengan que controlar el colesterol, por ejemplo, porque podemos suponer que si consumimos la yema y la clara juntas, el colesterol no va a ser absorbido por nuestro organismo. Por eso decimos que es más saludable consumir un huevo en forma de tortilla francesa que frito, ya que en este caso la yema estaría separada de las proteínas de la clara”, nos explica Vázquez.

Refrigeración y consumo rápido para evitar riesgos

La legislación vigente divide los huevos en cuatro categorías que encontramos en el mercado dependiendo del tipo de cría de las gallinas, de las que están siempre en una jaula hasta las que pueden disfrutar del aire libre. “Los de tipo 0 son los ecológicos que también ofrecen una trazabilidad y garantizan que en la alimentación de las gallinas no hay pesticidas ni otras sustancias perjudiciales para nuestra salud”, precisa el catedrático.

Una vez en casa pueden mantenerse a temperatura ambiente, pero es en el momento de romper la cáscara para utilizarlos, cuando debemos tener mucho cuidado para evitar riesgos sanitarios.

“Los huevos en principio no tienen ningún problema, se pueden consumir perfectamente y no tenemos que meterlos en la nevera como hacemos normalmente. El problema es cuando se procesan, al romper la cáscara que le sirve de protección para que no entren microorganismos. Son una buena fuente de nutrientes, por eso puede ser un buen medio de cultivo de organismos que nos pueden producir alguna enfermedad. Hay que tener mucho cuidado y emplear y consumir rápido los huevos después de abrirlos, mantener los productos derivados, es decir, con los huevos ya transformados, siempre en el frío de la nevera y, si puede ser, comer esa tarta, esa crema o esa mayonesa lo antes posible”, nos aconseja, para finalizar, Manuel Vázquez.

¿Tienen los mosquitos colores de predilección? 

¿Quién no ha pasado una noche levantado buscando a un mosquito que decidió escogernos como víctima o quién no huyó a casa después de un fracasado paseo en un parque para refrescarse? Los mosquitos son insectos voraces con un aparato bucal dotado de unos estiletes que, como una jeringa, emplean para alimentarse con nuestra sangre. Miden apenas unos cinco milímetros y sus larvas se desarrollan siempre en charcas o espacios con aguas estancadas. “Son unos insectos que tienen siempre mucho apetito. Como ejemplo, podemos decir que sería como si una persona que pesa setenta kilos, comiese por la noche setenta kilos de comida. Los mosquitos toman una cantidad de alimento equivalente a su peso, por eso decimos que son extraordinariamente voraces. Y también son muy rápidos, llegan a mover sus alas hasta doscientas cincuenta veces por segundo, por eso cuando intentamos darle con la mano para espantarlos, para ellos es cómo si nos hubiésemos aproximado a cámara lenta y por eso consiguen huir siempre”, nos cuenta Carlos Otero, entomólogo y Profesor Ad Honorem de la Universidad de Santiago de Compostela. 

Picarnos, una necesidad de las hembras 

Una vez convertidos ya en insectos adultos, machos y hembras, los mosquitos se alimentan de las plantas, de su savia y de sus sustancias azucaradas. Pero serán las hembras las que nos piquen, y no los machos, porque ellas necesitan más ingredientes como las proteínas que están en la sangre de los humanos, para hacer posible la ovogénesis y así reproducirse. “Cada vez que nos pican nos cogen un poco de sangre para conseguir esas proteínas que necesitan y también hierro que, por cierto, tienen que controlar porque nuestra hemoglobina contiene una gran cantidad. Existen experimentos que demuestran que después de recibir dosis de aminoácidos de proteínas ya no picaban, no lo necesitaban, quedaban tranquilos. Como digo, la razón por la que pican a los humanos es para realizar la ovogénesis y permitir el desarrollo de sus huevos, por eso necesitan reservas y buscan siempre a un vertebrado, a un mamífero, que les propocione la sangre que precisan”, nos explica Otero. 

El negro es su color favorito 

Nuestra temperatura corporal va a ser uno de los elementos determinantes a la hora de ser escogidos por los mosquitos, temperatura que aumenta, por ejemplo cuando hacemos deporte, sobre todo en las zonas predilectas de estos insectos: el tórax, la cabeza y las extremidades. El ácido láctico y las bacterias presentes en nuestra piel después de hacer ejercicio, el movimiento, como cuando gesticulamos, y determinados grupos sanguíneos, son otros elementos que también atraen a los mosquitos. 

¿Pero qué ocurre con los colores? ¿Es cierto que tienen sus favoritos a la hora de escoger a su víctima por cómo va vestida, por ejemplo? “Sí, los colores que prefieren son sobre todo el negro y los colores cálidos. Los colores fríos les atraen menos, y el blanco. No sabemos con exactitud cuál es la razón, pero seguramente será por el tipo de visión que tienen. Ven muy mal a pesar de tener unos ojos muy grandes, pero creo que es por el efecto del reflejo de la luz sobre los vegetales o los tejidos que tengan esos colores. De la visión de muchos insectos, como las abejas, sabemos mucho, pero sobre la de otros, como los mosquitos, desconocemos por qué ven tan mal. Lo que sí es seguro es que tienen un olfato extraordinario y por eso, yo diría que el asunto de los colores, en el fondo, es más una creencia porque al final es el olfato lo que acaba determinando la presa”, asegura el entomólogo de la USC. 

Facilitar nuestra convivencia con los mosquitos 

Existen más de tres mil especies conocidas en todo el mundo, de ellas, unas doscientas pueden causar serios problemas sanitarios, y hasta miles de muertes, por ser insectos transmisores de enfermedades sobre todo en las zonas tropicales y subtropicales de nuestro planeta. Pero el papel de los mosquitos en la naturaleza y en los ecosistemas es muy importante ya que realizan una enorme función de reciclaje de material descompuesto, como animales muertos o excrementos, son polinizadores y sirven de alimento a los pájaros, a los anfibios y a los reptiles, por ejemplo. “No podemos eliminarlos, eso sería una auténtica barbaridad, porque si desaparecen los mosquitos otra especie cumplirá su papel en la naturaleza y, seguramente, con consecuencias peores”, advierte Carlos Otero. 

“Si queremos evitar tener mosquitos en casa lo que tenemos que hacer es eliminar todo aquello que tenga un poco de agua, un barreño olvidado, ruedas abandonadas, botes vacíos, o plantas. Esos serán siempre los lugares escogidos por los mosquitos para poner sus huevos. En la naturaleza siempre existe un equilibrio y nosotros lo rompemos muchas veces, tenemos que ser conscientes de ello. Lo mejor para protegerse de los mosquitos, sin duda, es simplemente limpiar nuestra piel, ducharse antes de dormir sin jabón ni otros productos, para eliminar el sudor o bacterias y poder así descansar sin problema toda la noche porque, como digo, lo que más los atrae es el olor corporal”, afirma el profesor de la USC. 

¿Es el limón un remedio contra todos los males? 

En nuestros platos de pescado o carne, en los postres o con las infusiones, el limón forma parte de nuestra cultura gastronómica. Es el fruto del limonero, uno de los árboles más importantes del mundo que tiene origen en Asia y llegó a Europa en la época de la Antigua Roma hace más de veinte siglos. Se trata de un alimento compuesto casi en su totalidad por agua junto con carbohidratos, fibra, vitaminas como la C, minerales como el potasio, el hierro o el zinc, ácidos como el cítrico y compuestos como los flavonoides. Un conjunto de elementos que le confieren propiedades antioxidantes que ayudan a prevenir el daño celular en nuestro cuerpo. 

Pero en los últimos años el limón es presentado, sobre todo en las redes sociales, como un superalimento, el remedio contra todos los males, de los resfriados a la gota, pasando por la limpieza de toxinas de nuestro cuerpo si se consume en ayunas con agua caliente, o incluso para la prevención del cáncer.

«Cada temporada hay un alimento diferente que está de moda. Esto ocurrió con los aguacates y con los frutos secos, por ejemplo, se les atribuyeron propiedades que realmente no son tan relevantes o tan ciertas. Yo pienso que la moda del limón surge porque tradicionalmente fue un alimento que siempre estuvo presente tanto en nuestra dieta como en las creencias populares. Es decir, el limón era antiguamente el remedio para todo, para resfriados, para la conjuntivitis, para preservar los alimentos, para todo. Y esto, hoy en día, con los avances en la ciencia y en la tecnología alimentaria que se han producido, se está viendo que, efectivamente, no es tan cierto como se creía. Antes no teníamos los medios para confirmar nuestras creencias”, explica Nerea González, dietista y nutricionista graduada en la Universidad de Santiago de Compostela. 

Mitos con sabor agrio 

La lista de mitos que giran alrededor del limón y que nos presenta la científica de la USC, es enorme. Para comenzar, Nerea desmiente que el limón ayude a adelgazar ya que lo que se hace realmente, afirma, es dejar de consumir muchos otros alimentos, como ocurre en la llamada dieta de la limonada. Prosigue negando que sea un alimento “detox”, es decir, que elimina las toxinas de nuestro cuerpo, y nos recuerda que los encargados de hacerlo son únicamente nuestros riñones y nuestro hígado, en ningún caso el consumo de un alimento en concreto.

La dietista del campus de Lugo nos asegura también que no ayuda a prevenir los resfriados, como es costumbre pensar. «Lo que pasa es que el contenido en vitamina C tanto del limón como de otras frutas o verduras que incluso pueden tener más vitamina C que el limón, ayuda a que nuestro sistema inmune esté activo y saludable. Por lo tanto, al tener un sistema inmune más activo y más saludable, somos más fuertes frente al contagio de otras enfermedades. Pero esto también es cierto para el brécol o los pimientos», insiste.

Tampoco es diurético sino que simplemente ayuda a que bebamos más agua con un sabor agradable y particular. Por último, no es cierto que ayude a prevenir el cáncer y tampoco es la solución para el estreñimiento ya que en un zumo de limón, la fibra de esta fruta se ha eliminado.

«Está demostrado que tanto la vitamina C, como los flavonoides, como algún tipo de ácidos que contiene el limón, pueden tener propiedades antibacterianas, antitumorales e incluso antivirales. Lo que ocurre es que esto está demostrado utilizando cantidades muy elevadas de estas sustancias, tanto del limón como de otras frutas. Hoy en día no hay evidencia científica que nos permita decir que estos efectos también son posibles con el consumo normal de estos alimentos», afirma. 

Los peligros de un consumo excesivo 

«Todas las creencias que presentan el limón como un superalimento son falsas. La inclusión del limón en nuestra dieta debe ser únicamente porque nos gusta este alimento y porque nos gusta consumirlo». Así de determinante es Nerea González cuando repasamos algunas de las recomendaciones que aparecen a menudo en nuestra pantalla del ordenador o del téléfono móvil.

La dietista-nutricionista de la USC, nos alerta también de que un consumo excesivo de limón o de alimentos ácidos, en general, puede afectar al esmalte de nuestros dientes favoreciendo la sensibilidad o incluso la aparición de caries. A nivel estomacal, puede generar molestias y favorecer la aparición o el empeoramiento de la gastritis.

«Las propiedades beneficiosas que se le atribuyen al limón, no son por el limón en sí mismo, sino por los compuestos que presenta como la vitamina C, el ácido cítrico o los flavonoides. Esos compuestos están presentes no solo en el limón, sino también en todas las verduras y, casi en general, en todas las frutas. Por lo tanto, el consumo únicamente de limón no va a ofrecer ningún beneficio a nuestra salud. Alimentarnos únicamente de un tipo de alimento y mucho menos restringir el consumo natural de alimentos por seguir algún tipo de dieta, de moda o de mitos, no es saludable. Lo que tenemos que hacer es incluir una gran variedad de alimentos en nuestra dieta y si tomar una limonada nos hace sentir bien, si creemos que nos va a ayudar a mejorar nuestra salud, pues no hay problema. Lo correcto es alimentarnos en base a lo que nos hace sentir bien no solo a nivel físico, sino también a nivel sentimental y mental”, concluye. 

¿Puede caer un rayo dos veces en el mismo sitio?

Miles de rayos caen todos los días en nuestro planeta, tanto en invierno como en verano, poco importa. Esas descargas eléctricas de gran intensidad, pueden llegar a suponer la muerte de las personas o de los animales si son alcanzados, la destrucción de una vivienda o de un monumento, y hasta la pérdida de un bosque por los incendios que pueden provocar. Protegerse en caso de tormenta eléctrica es importante y aconsejable, sobre todo cuando vemos el relámpago y poco después oímos el trueno.

Jorge Mira, catedrático de Electromagnetismo de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), nos explica el cálculo que nos puede ayudar a evitar riesgos, si el mal tiempo nos coge de improviso:

“La visión del relámpago y el ruido del trueno que nos llega son dos fenómenos que nos permiten saber a qué distancia se están produciendo las descargas, porque la luz nos llega de manera prácticamente inmediata, mientras que el sonido se va propagando a la velocidad del sonido en el aire, que son unos 340 metros por segundo. Por lo tanto, lo que tenemos que hacer es contar los segundos que hay desde que aparece el relámpago hasta que nos llega a nosotros el ruído del trueno. De este modo, si pasan 3 segundos desde que vimos el relámpago hasta que oímos el trueno, eso quiere decir que el rayo cayó en un punto que está a un kilómetro de nosotros”.

Una cometa y una llave para protegernos de los rayos

Ficción o realidad, la historia cuenta que en el siglo XVIII Benjamin Franklin, científico y uno de los padres fundadores de los Estados Unidos de América, empleó como herramientas una cometa y una llave para conseguir atraer las descargas eléctricas de las nubes hacia un punto determinado en el suelo. Fue así como Franklin inventó el primer pararrayos de la historia, creando un canal de preferencia para la descarga de los rayos en un núcleo de población, por ejemplo.

“Para entender cuál es el fundamento de un pararrayos tenemos que hacernos una idea de cómo funciona la llamada electroestática, es decir, cómo se acumulan las cargas eléctricas en la superficie de un objeto. Si tenemos un objeto plano, pero que de repente tiene una punta, una parte que sobresale, las cargas eléctricas se van a concentrar preferentemente en esa zona. Por lo tanto, desde la parte más alta de una nube que está cargada y que está deseando soltar el exceso de potencial eléctrico, al mirar para el suelo, va a tender a dirigirse al punto que tenga más densidad de carga, porque esa es la zona que está pidiendo reequilibrar esa carga. Como digo, las puntas van a ser los lugares en los que preferentemente caiga un rayo y esa es la idea del invento de Franklin: que el pararrayos sea una punta que sobresale más que nada a su alrededor”, nos dice el catedrático de la USC.

Jorge Mira es catedrático de Electromagnetismo de la USC.

Los rayos pueden y deben caer siempre en el mismo lugar

Jorge Mira sonríe ante la pregunta de si las descargas eléctricas pueden escoger dos veces el mismo objetivo y nos recuerda que los pararrayos, justamente, están hechos para eso, para que los rayos caigan siempre sobre ellos neutralizando así el peligro en la zona que los rodea.

En los lugares sin protección, el científico precisa: “Cualquier zona que sobresalga, por ejemplo un árbol en una llanura, va a hacer un efecto análogo al pararrayos. Ese árbol va a ser el punto en el que va a haber mayor acumulación de carga, y, por lo tanto, va a ser el punto más probable en el que caiga ese rayo varias veces. Pero además de la morfología, hay otra circunstancia que puede ser importante, la propia conductividad del terreno. Si estamos en una zona en la que existe una presencia importante de metales o en la que la conductividad es más alta por alguna razón, eso va a favorecer también que ahí caiga el rayo”.

Los árboles, la peor elección para protegernos de la tormenta

Mira también evoca el azar como explicación de la caída de un rayo en un lugar sin características determinantes y preconiza el uso de un pararrayos, si la situación se repite y el riesgo es importante. “Hay una parte que es azarosa, tenemos que tenerlo en cuenta para no estar extremadamente preocupados si alguna vez cayó un rayo en un lugar que no tenga características acusadas. Pero si vuelve a ocurrir y el riesgo es importante, lo mejor es pensar en un pararrayos. Si tienes una granja de vacas y un rayo mató a cuarenta animales y al año siguiente volvió a suceder, pues lo normal sería instalar un sistema de protección como el pararrayos. En este caso no hay duda”, afirma.

El catedrático de Electromagnetismo nos aconseja, para finalizar, evitar siempre ser la punta más sobresaliente de un lugar si nos encontramos en una zona muy llana, en caso de tormenta eléctrica. «Refugiarse bajo un árbol sería una equivocación porque me encontraría justamente cerca del elemento que más sobresale en el terreno. Esto es válido para los árboles o para cualquer otra cosa que sobresalga. Ése no sería el lugar ideal para protegernos”.