El pan siempre fue un aliado en la alimentación de la población gallega desde tiempos remotos. Su importancia era tal que, según la web oficial de Gastronomía de Galicia, existían hornos públicos gestionados por autoridades locales, que podían ser empleados por los vecinos para elaborar su propio pan cada día.
El pan es un producto universal presente en todas las culturas. Los primeros indicios del proceso de su creación apuntan que ya se realizaba en Mesopotamia en el siglo III a.C. o en Egipto, hace miles de años.
En la Antigua Grecia la profesión de panadero estaba muy bien valorada y, aunque con la Edad Media comenzó a modernizarse su fabricación hasta nuestros días, sigue tratándose de un oficio artesanal en buena medida.
En Galicia existen diferentes tipos de pan, pero todos comparten dos denominadores comunes: horno de leña y sabor tradicional. Tal es el prestigio del pan gallego en la gastronomía española que, desde el 20 de diciembre de 2019, está reconocido como Indicación Geográfica Protegida (IGP). La tradición panadera del territorio es muestra de la excelente calidad de la elaboración del producto y, un buen ejemplo, es el pan de Neda.
Origen del pan de Neda
Neda es un municipio perteneciente a la provincia de A Coruña, próximo a Ferrol, que se sitúa en un valle que forma el río Belelle y que dispone de importantes puntos de interés, como el Mirador de Anco o la Iglesia de Santa María. No obstante, si por algo destaca esta villa es, especialmente, por la tradición de su pan.
Su vinculación se remonta a la Edad Media. Desde la panadería La Nueva cuentan que en esta época, “gracias a la fuerza del río Belelle”, aparecieron los primeros molinos de trigo (de los cuales, actualmente, se conservan 15). Esta posición, junto con la buena calidad del afluente, propició “el nacimiento de la tradición panadera de la zona”, apuntan.
El establecimiento La Nueva acentúa que el apogeo de este producto típico llegó “con la invasión inglesa en A Coruña a finales del siglo XVI“. Por aquel entonces, Felipe II decidió trasladar su flota al puerto de Ferrol para protegerse de futuros ataques. Así, el rey optó por Neda para asentar las Casas Reales, es decir, las fábricas de bizcocho y los hornos de provisión. La decisión se basó en la buena comunicación entre la comarca y el puerto ferrolano, junto con su costumbre panadera.
De este modo, la comarca coruñesa desarrolló toda una industria alrededor de la elaboración de este alimento y fue considerada, desde el siglo XVII hasta comienzos del XIX, como la capital del trigo en Galicia. Toda una villa de oro por aquellos tiempos.
Calidad del agua del río Belelle
Los panaderos de la zona coinciden en que el secreto de la masa del pan de Neda está en la calidad del agua del río Belelle, con la que se elabora un pan inscrito como Marca de Calidad.
A este respecto, en 1917, se publicó en el periódico El Correo Gallego un folleto de 16 páginas titulado Estudo analítico, químico e bactereolóxico da auga da Fervenza, llevado a cabo por Santiago de la Iglesia, director del laboratorio municipal, por orden del alcalde de Ferrol.
En dicho estudio, se abordaron las características químicas del agua del río Belelle, en el que el autor llegó a la conclusión de que son “muy buenas” y, en el referido a la presencia de bacterias, aclaró que es “extremadamente pura”. A su vez, se detectó la presencia de géneros pertenecentes a la familia de los hongos, entre ellos los pencilium. En suma, se trató de un descubrimiento que contribuyó a realzar los atributos del río Belelle.
En este sentido, expertos afirman que las harinas fabricadas con estas aguas adquieren calidades apreciables en blancura y sustancia, de ahí el aspecto tan impoluto que caracteriza al pan de la villa. Además, la este producto coruñés se le suma la miga apretada y la corteza protectora.
Fiesta del Pan de Neda
Desde el Ayuntamiento apuntan que desde el 10 de septiembre de 1989 se celebra el primer domingo de este mes la Fiesta del Pan de Neda.
La celebración gastronómica tiene como fin promocionar los productos de las panaderías de la comarca y enaltecer el trabajo de panaderos y forneiros. Desde pan, empanadas, dulces, bizcochos… todo tipo de productos típicos de la villa ganan protagonismo en esta celebración y disfrutan de la oportunidad de darse a conocer y mostrar las características únicas de la gastronomía de Galicia.
El evento es reconocido como fiesta de Interés Turístico, y se caracteriza por ofrecer múltiples actividades alrededor de la elaboración artesanal del pan, que van más allá de su degustación y producción.