sábado 27 abril 2024

Souto da Retorta: cuando el eucalipto es un monumento

‘O Avó’ del Souto da Retorta no fue el primero que llegó pero es, sin duda, uno de los más célebres ejemplos de una especie hoy muy controvertida en Galicia. En la segunda mitad del siglo XIX, algunos nobles y empresarios quedaron asombrados por las propiedades del Eucalyptus globulus, una especie procedente de Australia que un misionero de Tui, fray Rosendo Salvado, trajo hasta Galicia (aunque es posible que algunas semillas llegasen antes).

Aquel árbol crecía rápidamente y absorbía mucha agua del suelo, por lo que se empezó a plantar en algunas zonas pantanosas para secar el terreno. Una de ellas estaba en Chavín, una aldea cerca de Viveiro y al lado del curso del Landro. Este río y sus afluentes, que bajaban cargados de agua desde la sierra del Xistral, inundaban a menudo una zona en la que un industrial quería desarrollar una fábrica. Se decidió entonces, desde la década de 1880, comenzar a plantar semillas de eucalipto en la zona.

Publicidade

Los eucaliptos de esta plantación fueron multiplicándose hasta contarse por centenas. Pasó el tiempo, llegaron las plantaciones descontroladas en las provincias atlánticas y el árbol comenzó a convertirse en un elemento tan omnipresente como polémico en el paisaje gallego. Sin embargo, el Souto da Retorta, por su antigüedad y la magnitud de algunos ejemplares, quedó como un lugar que vale la pena pena visitar.

‘O Avó’

O Avó de Chavín. Fonte: xunta.gal.
O Avó de Chavín. Fonte: xunta.gal.

El emblema del lugar es, sin duda, ‘O Avó’ (El Abuelo) de Chavín, un ejemplar que supera los 60 metros de altura, según los datos de la Xunta de Galicia. Su base tiene 11 metros de perímetro, y destaca por su semejanza, desde algunas perspectivas, con el pie de un elefante. Poco a poco se estrecha, aunque mantiene un diámetro que cautiva la quien lo visita.

Su magnitud es tal que hasta los 17 metros de altura no aparecen las primeras ramas. Y aunque los eucaliptos son árboles de copa estrecha, ‘O Avó’ tiene un diámetro de ramaje considerable debido a su magnitud, superando los 15 metros. Se estima que su edad está entre los 110 y los 140 años.

Y aunque este es el emblema del Souto da Retorta, hay otros ejemplares también centenarios que destacan por su tamaño, llegando a medir más de 50 metros de altura, por lo que paga la pena un paseo por la zona. Todo el conjunto es, desde el año 2000, Monumento Natural, según la declaración de la Xunta de Galicia. Además, ‘O Avó’ pertenece al Catálogo Gallego de Árboles Singulares.

El buen estado en el que se conserva el bosque, muy valorado y protegido por los vecinos de la zona, permite que alrededor de ‘O Avó’ y sus compañeros crezca una gran variedad de especies autóctonas del bosque atlántico, así como pequeños anfibios, mamíferos y aves que se nutren de la riqueza natural de la ribera del Landro y del clima húmedo y templado de la zona.

La salud de los ejemplares es en general buena, aunque las administraciones mantienen vigilado el Souto para evitar el contagio por alguna de las plagas que afectan al eucalipto en Galicia. Recientemente, la Consellería de Medio Rural anunció un plan de conservación para el Souto da Retorta con el que se pretende mejorar la situación del entorno.

DEIXAR UNHA RESPOSTA

Please enter your comment!
Please enter your name here

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Relacionadas

00:05:41

El eucalipto, ¿un árbol maldito?

Llegó hace siglos a Galicia como una especie exótica y hoy es centro de todas las polémicas y de muchas creencias. ¿Cuánto sabemos de él?

Un viaje en la historia del pan gallego: de cuando Felipe II impulsó el tesoro de Neda

La calidad del agua del río Belelle y la actuación del rey en el siglo XVI potenciaron y preservaron este producto esencial de la alimentación gallega

Así se conserva el secreto de la costrada de Pontedeume

La costrada es un plato de origen medieval hecho con una...

Sálvora, el encanto salvaje de las Illas Atlánticas

Dos rutas revelan al visitante, a solo tres kilómetros de la costa, una isla solitaria en la que las gaviotas y el matorral hacen su ley. Una isla con dos vidas