jueves 18 abril 2024

El eucalipto, ¿un árbol maldito?

Llegó hace siglos a Galicia como una especie exótica y hoy es centro de todas las polémicas y de muchas creencias. Maldito o divino, ¿cuánto sabemos de este árbol?

Defendido y odiado, el eucalipto es hoy una especie clave en nuestro sector forestal y supone el 26% de todas árboles que hay en Galicia, si hablamos de existencias, segundo el último Inventario Forestal Nacional de 2011 del Ministerio para la Transición Ecológica. Entre los argumentos a favor o en contra de esta especie que llegó a Galicia, posiblemente ya en el siglo XVIII, surgieron en las últimas décadas algunas creencias que hoy queremos desmontar o confirmar con la ayuda de Manuel Marey, catedrático en el área de Proyectos de Ingeniería de la Universidad de Santiago de Compostela.

El eucalipto fue importado desde Australia con fines ornamentales y medicinales. En los pazos y en las casas señoriales la naturalización de los espacios en el siglo XIX estaba de moda y el árbol empezó a plantarse en los jardines de las familias con alto poder adquisitivo y también en los jardines y parques públicos. Era una pieza exótica, rara. De aquellos tiempos quedan algunos testigos como los que encontramos hoy en la Alameda de Santiago de Compostela o en el Souto da Retorta, en Viveiro, donde se encuentra el “Abuelo de Chavín”, considerado uno de los eucaliptos de mayor envergadura de Europa.

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El eucalipto fue importado desde Australia con fines ornamentales y medicinales

El comienzo de su uso industrial fue posterior, asegura Marey: “La gente tiende a pensar que llegó aquí directamente para las plantaciones forestales o con un interés relacionado con el ferrocarril y ahí se confunde con la acacia que fue el árbol empleado. Los primeros que utilizaron el eucalipto, desde el punto de vista industrial, según los registros que existen, fueron los ingenieros de minas para construir las galerías subterráneas. Ese es su origen, llegó aquí por temas paisajísticos, formando parte de jardines en los pazos o parques públicos. Uno de los más interesantes es el Eucalyptus deglupta o arco iris por sus colores, por ejemplo”.

¿Eliminador de otras especies?

Hablar de eucalipto es hablar de cientos de especies, por eso, asegura el científico, no podemos asociarlo con una forma concreta, su morfología puede ser muy variada, ni decir que es una especie de crecimiento rápido porque no todas lo son. “Tiene diferentes usos, hay especies inútiles para la industria. Lo que sí que es cierto es que, las que se seleccionaron, que son las que más conocemos aquí, el Globulus y el Nitens, demostraron la enorme plasticidad que puede llegar a tener este árbol, es decir, su capacidad para adaptarse la diferentes suelos y diferentes climas”, explica Manuel Marey.

Manuel Marey, catedrático de la USC en el área de Proyectos de Ingeniería.

Según el catedrático de la USC también es incorrecto pensar que se trata de un árbol con efecto eliminador de otras especies o que seque el suelo. “En la carretera de Vegadeo a Lugo había plantaciones y los ganaderos fueron adquiriendo esas tierras para los cultivos que necesitaban y las producciones son exactamente las mismas que en terrenos donde nunca hubo eucalipto. Esa es una prueba. El problema son las cosechas sucesivas, sobre todo si se retiran todos los restos vegetales. Eso puede provocar un problema de fertilidad del suelo, pero como ocurriría con otro cultivo. El suelo tiene su propia dinámica y si extraes, tienes que incorporar algo de nuevo o dejarlo descansar, en barbecho. En las zonas donde ya llevan turnos importantes de producción de eucalipto habría que evitar plantar porque los rendimientos van a ser bajos. El camino está en la fertilización, en el control ordenado”, afirma.

La planificación para evitar riesgos

Respecto a su aprovechamiento de agua, el eucalipto también es un árbol polémico. Y aquí el problema, nos explica Marey, está en la densidad o porcentaje de superficie ocupada por el árbol sobre una cuenca hidrográfica o hidrológica.

“Si esta cubierta completamente de una superficie forestal, eso va a suponer que en las épocas de verano, cuando hay menor disponibilidad de agua en el suelo, esas especies vegetales consumen más agua, porque están cubiertas de hojas. Eso significa que van a secar los acuíferos, que sequen los ríos, pero evidentemente no puede o no se debe llegar a ese extremo. Es cierto que si hay una alta densidad en esa cuenca sí parece que podría haber descensos en el nivel del agua en las capas freáticas. ¿Sustrae agua? Sí, pero no más que un bosque de frondosas. La planificación es muy importante, hay que establecer límites pero no solo con el eucalipto sino también con otros cultivos”, subraya.

«¿El eucalipto sustrae agua? Sí, pero no más que un bosque de frondosas»

MANUEL MAREY, catedrático de la USC

Pero es su relación con el fuego, cuando el eucalipto es muchas veces señalado. El catedrático de la USC nos explica que ninguna conclusión científica puede demostrar hoy que este árbol se pueda asociar a la presencia de los incendios. “La correlación es más bien la contraria. Según los datos y las diferentes y numerosas investigaciones realizadas, no podemos decir que exista una asociación directa. En las parroquias donde hay más eucalipto, por ejemplo, hay menos incendios. Otra cosa es si hablamos de la propagación, ahí sí que es cierto que cuando se producen incendios, el eucalipto puede ser un factor de propagación. Nosotros trabajamos justamente en un proyecto que estudia las chispas, hasta donde pueden llegar si el fuego sube a las copas, éstas se balancean mucho por la forma que tienen y, si hay mucho viento y el aire es muy caliente, pueden llegar lejos y provocar lo que se llaman incendios secundarios. Pero esto es un caso particular, cuando se dan determinadas condiciones. Lo que sí podemos afirmar, con rigor, es que el eucalipto no es un factor explicativo de incendios, solo podemos hablar de los secundarios y cuando se dan condiciones precisas por las chispas”, insiste.

El desafío del cambio climático

Tanto los grandes incendios cada vez más numerosos en el sur de Europa, con intensidades caloríficas altas, como otras consecuencias del cambio climático como la falta de agua y las sequías, forzarían una adaptabilidad a los eucaliptos pero también a todos los géneros de árboles. “¿Sustituír la especie, cambiarla? Eso es una decisión que hay que tomar con posterioridad. ¿Bajar la densidad de esa especie en el sentido de superficie ocupada en determinadas zonas? Creo que sí, el camino pasa por ahí. No podemos tener masas continuas en nuestro territorio, kilómetros y kilómetros. Frente a las nuevas condiciones que se van a dar, cualquiera especie va a tener problemas de gestión sobre todo en lo relacionado con los incendios. Insisto, esto es válido para el eucalipto pero también para el castaño, el roble u otras formaciones agrícolas sensibles al fuego como el cereal”, finaliza Manuel Marey.

1 comentario

  1. Información moi incompleta e partidista. Non nomea na súa extensión en Galicia o desenvolvemento de investigacións e plantacións desta árbore no franquismo en Lourizán e logo con ENCE.
    Pon ao mesmo nivel en consumo de augas, difusión do lume ou acidez das follas ao eucalipto coas árbores autóctonas. O que é un verdadeiro disparate científico.
    Impropio dunha páxina web como GCiencia esta publicación. Escollede se facedes favor o que publicades e non miredes unicamente quen abre a man das subvencións.

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