martes 19 marzo 2024

Así se prepara O Courel para el regreso del oso pardo

Varias entidades colaboran en la sierra lucense para facilitar la convivencia entre el animal, aún en peligro en España, y las actividades humanas

Al recorrer las laderas que caen hacia el sur en la sierra de O Courel, es posible que el caminante se encuentre con unas estructuras que pueden llegar a ser monumentales: grandes muros de piedra, con una puerta pequeña y estrecha, con unas lajas en la parte superior. Son las abellarizas, también llamadas cortines, alvares o alvarizas; muros de forma circular o en herradura, con cientos de años de historia, que protegían los colmenares de los ataques de la fauna salvaje, en especial del oso pardo (Ursus arctos). El tiempo ha fusionado las abellarizas con el bosque: muy pocas siguen cumpliendo con su cometido, porque al igual que el Homo sapiens estuvo a punto de acabar con el oso pardo en esta sierra gallega, el ser humano se condenó casi a la desaparición en estos montes debido al éxodo rural.

La recuperación de las abellarizas como elemento etnográfico para comprender el pasado en este espacio es uno de los objetivos de la Fundación Oso Pardo, que junto a entidades como la Asociación Galega de Custodia do Territorio y la Xunta de Galicia, y con el apoyo de la Fundación Biodiversidad y Naturgy, desarrolla el proyecto Life Oso Courel. Hasta diciembre de 2020, esta iniciativa trabaja para favorecer el regreso del úrsido a estos montes, teniendo en cuenta también las montañas de Ancares, donde hoy es más habitual. Ya hay algunos individuos que de vez en cuando aparecen por la zona desde las poblaciones más fortalecidas en el Alto Sil y Somiedo, pero el objetivo es que dentro de unos años, O Courel vuelva a ser un hogar para la especie, y que el ser humano, como ya se ha demostrado en otros puntos de la Cordillera Cantábrica, pueda convivir con él en relativa armonía.

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En la primera semana de junio, dos de los responsables del proyecto Life Oso Courel, Fernando Ballesteros y Luis Fernández, participaron en varias actividades en la sierra lucense para acercar a los vecinos su trabajo. Y aprovecharon para recorrer, una vez más, varios de los puntos en los que el oso va dejando su huella. GCiencia los acompañó en la visita.

La jornada comenzó con la presentación en la Estación Científica del Courel de un manual de buenas prácticas para el turismo de naturaleza, impulsado por la Asociación de Desarrollo Rural ( ADR) de O Courel, que agrupa al sector  hostelero de la sierra. «Fue una propuesta que surge del propio sector turístico, porque creemos que hay que contarle a la gente que llega aquí lo necesario que es cuidar este espacio», explicó el biólogo Marcos Reinoso, que desde su iniciativa Pía Paxaro organiza actividades de ocio en la naturaleza de la sierra.

El oso pardo y los apiarios: problemas y soluciones

La primera parada del recorrido es en un apiario semiabandonado que fue atacado por un oso. Fernando Ballesteros y Luis Fernández explican que el contacto con apicultores y el resto de vecinos es frecuente, para estar al tanto de cualquier señal que pueda indicar la presencia del úrsido. «El problema en este caso es que el apiario no tenía la protección precisa. El oso detectó el olor de la miel y como no tenía impedimentos, entró. La persona que lo había instalado no vive aquí habitualmente, y fue un vecino el que nos avisó de los daños», explica Luis Fernández.

Los ataques a los colmenares son uno de los grandes puntos de fricción entre la actividad humana y la presencia del oso. Y la presencia secular de las abellarizas evidencia que este no es un problema reciente. «Lo que tenemos que intentar es que el animal aprenda que las colmenas no pueden ser una fuente de alimento habitual», añade Fernando Ballesteros. Por esto, una de las tareas de los técnicos de Life Oso Courel es el reparto de pastores eléctricos y la ayuda a los apicultores para su colocación. «Hay que seguir unas determinadas pautas para adaptarse al comportamiento del oso, pero si hacen esto bien, pueden evitarse casi el 100% de los ataques a las colmenas. Si el oso percibe que es difícil entrar, es muy probable las siguientes veces ya no lo intente».

Además de esto, la Fundación Oso Pardo facilita los trámites para inscribir los apiarios en el Registro Gallego de Explotaciones Apícolas: «Estamos hablando en algunos casos de gente mayor, que vive en zonas lejanas y tiene dificultades para desplazarse; nosotros nos encargamos de asesorarlos y facilitar la regularización de sus colmenas. De otra forma, si sufrieran ataques del oso, no podrían tener compensaciones de la Administración», aclara Ballesteros.

«Tenemos que intentar que el oso aprenda que las colmenas no pueden ser una fuente de alimento habitual», dice Fernando Ballesteros

Además de la protección de las colmenas, las entidades implicadas fomentan la presencia de otras fuentes de alimento para lo animal. Explica Óscar Rivas, de la Asociación Galega de Custodia do Territorio, que otra de las patas de la convivencia es plantación de árboles frutales para que el oso pueda completar su dieta sin tener que acudir a las colmenas. «El oso está catalogado como carnívoro, pero la mayor parte del tiempo puede alimentarse de arándanos, bellotas, castañas o cerezas», subraya Rivas.

La actividad en Life Oso Courel se complementa también con el seguimiento de posibles trazas que indiquen la presencia del animal. Cualquier resto de pelo en un árbol, una huella en el suelo o un excremento puede dar pistas para conocer mejor el estado de las poblaciones de la zona y realizar análisis genéticos. Lo más habitual es que los úrsidos de O Courel sean machos, los conocidos como dispersantes, que desde nuevos dejan las oseras y la influencia materna para explorar nuevos lugares.

Expansión, conflictos y cohabitación con el oso pardo

Otro de los obstáculos con los que tienen que lidiar los proyectos de recuperación del oso son las creencias sobre la agresividad del animal. En este punto profundizó Fernando Ballesteros en una charla que ofreció en el Concello de Folgoso el mismo día de la visita, el pasado 7 de junio. «Es posible que 150 años atrás el oso fuera un competidor, pero hoy la situación ha cambiado «, expuso el coordinador de Life Oso Courel. Un estudio publicado esta misma semana en Scientific Reports expone que entre 2000 y 2015 solo se han producido en España cinco ataques de osos a humanos. Y en la mayor parte de los casos son reacciones defensivas de madres hacia sus crías. Otros estudios en zonas de Europa donde los osos están geolocalizados con chips exponen que los animales intentan evitar en la medida de lo posible el acercamiento a los puntos con presencia humana.

Las creencias entroncan a veces con otras ya escuchadas sobre otras especies, como el lobo. «No es la primera vez que nos acusan de soltar osos en la montaña«, lamenta Ballesteros. «Lo que tenemos que hacer es insistir en la educación ambiental, ser conscientes de que quien corre riesgo real es el oso, no nosotros», expone.

En los últimos tres lustros, la situación ha mejorado, pero solo después de llegar a un punto dramático a mediados de los años 90 del siglo XX debido a la presión humana. «El riesgo de extinción fue real», recuerda el biólogo de la Fundación Oso Pardo. Las actuaciones de conservación salvaron la especie en la cordillera Cantábrica, pero las secuelas siguen hoy. «Hubo una fractura entre la subpoblación occidental, la más numerosa, y la subpoblación oriental. Dejó de haber intercambio genético y esto ha empobrecido la especie». Recuperar el corredor entre estas dos zonas es uno de los objetivos de la Fundación. Hoy hay alrededor de 250 osos en la zona occidental de Asturias, Galicia y León, y unos 40 en la zona de los Picos de Europa y la Montaña Palentina.

La oportunidad del Geoparque

Recientemente, O Courel ha recibido dos buenas noticias, con la declaración como destino Observer de Turismo Científico y la distinción como Geoparque de la Unesco, gracias a enclaves como el pliegue de Campodola-Leixazós, los restos paleontológicos en las cuevas de la sierra y las explotaciones mineras que se remontan hasta la época romana. El atractivo del geoparque, unido al trabajo a favor de la conservación del oso y otros parajes naturales de la zona, podría contribuir a desarrollar actividades que frenen la despoblación en la zona.

La propia charla de Fernando Ballesteros estaba enmarcada en la Semana de los Geoparques Europeos, a la que se sumó por primera vez este año O Courel después de recibir la distinción de la Unesco en abril. Ballesteros recordó que en otros geoparques del mundo donde está presente el oso, este es el símbolo de la zona, como ocurre en el parque natural de Adamello Brenta, en el norte de Italia. De esta manera, las dos iniciativas colaboran para conseguir un mismo fin: la conservación de la naturaleza y un mayor reconocimiento por parte de la sociedad de unos parajes naturales únicos en Galicia.

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