Estos vegetales nacen en un laboratorio de Vigo pero con el sabor de la huerta

La empresa Néboda cultiva albahaca, rúcula y mostaza siguiendo la modalidad de la agricultura vertical de interior

Es posible cultivar vegetales en el laboratorio que tengan el mismo sabor y frescura de la huerta? Un equipo gallego afirma rotundamente que sí. “La agricultura vertical de interior tiene un impacto muy grande a nivel de sostenibilidad porque reduce el consumo de agua en más de un 90%”, explica Iván García, fundador de la empresa Néboda, radicada en Vigo. Su equipo trabaja en un laboratorio instalado en un contenedor marítimo y allí produce vegetales como la albahaca, la rúcula y la mostaza. Su objetivo es crear un producto con un sabor lo más parecido posible al de la huerta y que tenga más duración y frescura. Además, sus vegetales están libres de pesticidas, eliminan por completo la estacionalidad que rige en la agricultura tradicional y apuestan por lo local. De esta manera, también consiguen reducir la huella de dióxido de carbono derivada de su transporte.

La primera semilla de Néboda brotó hace más de una década, cuando Iván García y su mujer hicieron un viaje a Ámsterdam. En el Museo de la Ciencia de la capital había un área donde divulgaban sobre hidroponía y acuaponía y a García le llamó tanto la atención que decidió investigar en profundidad. “Descubrí que era una manera muy eficiente de producir y, al mismo tiempo, de reducir mucho el consumo de agua”, dice el fundador de Néboda. Sin embargo, la idea quedó suspendida en el aire y no se volvió a familiarizar con ella hasta el 2018, cuando en un curso de francés hablaron de los cultivos de vegetales en las cubiertas de edificios de Canadá. Prendió de nuevo la llama y junto a un compañero de trabajo decidieron realizar una pequeña inversión en una empresa finlandesa y viajaron a Estados Unidos para confirmar sus hipótesis: que con la agricultura vertical de interior, y en un entorno completamente controlado, se podía crear un producto de calidad.

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“Entre octubre y noviembre pondremos en marcha una fábrica en miniatura para cultivar de manera más óptima más variedades vegetales”

IVÁN GARCÍA, fundador de Néboda

Después de corroborar sus premisas decidieron constituir la empresa y se lanzaron a la compra de un laboratorio en 2020, el mismo año en el que comenzaron su andadura. “Lo recibimos totalmente integrado en un contenedor marítimo de 40 pies con todo lo que necesitábamos para poner en práctica la agricultura vertical de interior”, recuerda García. Aunque los comienzos fueron duros, un año después fueron capaces de producir de manera estable “vegetales de calidad superior”. De hecho, en 2021 firmaron su primer acuerdo con un distribuidor de restauración para vender su producto a través del cual, aun a día de hoy, venden toda su producción. De momento, están centrados fundamentalmente en el cultivo de la albahaca, pero también de la rúcula y la mostaza. Su siguiente objetivo es la lechuga de hoja tierna. Ya comenzaron a hacer pruebas pero aun no la están comercializando.

En 2021 también comenzaron a diseñar lo que será su próximo laboratorio: un prototipo el doble de grande que el actual pero con una capacidad de producción 10 veces mayor. “Es una fábrica en miniatura que nos permitirá aumentar la productividad por metro cuadrado y cultivar de manera más óptima más variedades vegetales“, explica García. De hecho, en este prototipo también apostarán por la automatización y la puesta en marcha de un robot que accederá a cada una de las balsas de cultivo para hacer un análisis de los parámetros de crecimiento de las plantas. A través de una cámara de visión artificial, el robot sacará imágenes de los cultivos y controlará, en tiempo real, el estado de los vegetales. “Estamos trabajando en el desarrollo de una tecnología propia para crear un prototipo con más automatización, herramientas de control más eficientes, mayor análisis de datos, reducción de las labores de mantenimiento de las instalaciones e incluso de los tiempos de limpieza”, apunta el fundador de Néboda. Está previsto que esta “fábrica en miniatura” comience a funcionar entre finales de octubre y principios de noviembre.

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Visión de futuro

En lo que respeta al futuro de la empresa, García prefiere mantenerse en el presente y seguir trabajando día a día en dos líneas muy claras: la contrución del prototipo y el desarrollo de tecnología propia. También están muy centrados en el análisis continuo de los cultivos para buscar la mejora de su proceso de producción. “Intentamos replantear nuestra solución nutritiva. Por ejemplo, analizando cómo afecta el nivel de CO2 a las plantas y las mejoras genéticas. De hecho, estamos en un proyecto para ver como influyen las longitudes de onda en el impacto organoléptico de la planta”, apunta el fundador de Néboda. De esta manera, buscan que su producto sea el más atractivo posible en cuanto a sabor o bien que produzca más antioxidantes de una determinada molécula.

“En un metro de agricultura vertical producimos el mismo que en 100 de tradicional”

IVÁN GARCÍA, fundador de Néboda

Otro de sus objetivos clave, esta vez a corto plazo, es estar presente en los supermercados con sus variedades de hierbas aromáticas y ensaladas “listas para consumir y con una mayor duración y frescura”. También pretenden ampliar su cartera de productos y tienen en mente introducir nuevos vegetales de cultivo, apostando por las fresas y los tomates cherry. García cree que la agricultura vertical de interior he llegado para quedarse, sobre todo por sus beneficios desde el punto de vista de la sostenibilidad. Aunque piensa que esta técnica es perfectamente compatible con la agricultura tradicional, el fundador de Néboda apuesta por desarrollar alternativas, y sentencia: “Nuestra huella ecológica es muy inferior. Somos capaces de producir en un metro de agricultura vertical lo mismo que en 100 metros de agricultura tradicional.

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