El Centro de Investigaciones Agrarias de Mabegondo (Ciam) a veces se levanta rodeado de niebla. En este lugar ubicado en Abegondo, a pocos kilómetros de A Coruña, un equipo se encarga de recoger semillas de todo tipo de especies. Esto es así porque mantener la variabilidad de los productos gallegos es una de sus obligaciones como centro de investigación.
«A nosotros nos llegó en 2009 el tomate negro de Santiago a través de un productor que nos dio unas cuantas semillas para que probáramos», cuenta Alfredo Taboada, tecnólogo responsable de la sección hortícola del banco de germoplasma del Ciam. «Lo plantamos para ver cómo era y vimos que era un tomate muy bueno, muy productivo y que tenía muy buen sabor», sostiene.
Además de esta variedad, el centro se encarga de recuperar outros tipos de tomates y otras especies en general. La idea es seleccionar las mejores plantas de cada especie, conservarlas y registrarlas una vez recuperadas para que los productores las puedan comercializar a continuación. «La idea es que todos estos alimentos lleguen a los consumidores. Ese es uno de los objetivos fundamentales. Porque esto no tiene que ser un museo», explica Taboada
Un tomate con un sabor muy potenciado
«El tomate negro de Santiago tiene un sabor que llama la atención porque no es muy habitual», asegura el experto. «La gente está acostumbrada a tomates de supermercado , y cuando prueba un tomate así, que tiene un punto de acidez que contrasta con el contenido en azúcar… Todo eso hace que sea muy sabroso», argumenta.
Taboada termina recomendando formas de comerlo. La mejor, para él, es simplemente con un poco de aceite y sal, nada más. «No tiene una forma especial de comerlo. Solo hay que disfrutarlo», concluye.