viernes 29 marzo 2024

Meteorología popular: los viejos refranes también mienten

Los proverbios, observar la luna o sentir dolor en una rodilla no son buena técnicas para predecir el tiempo. Solo el viento nos puede ayudar a corto plazo

Saber qué tiempo va a hacer mañana o el próximo fin de semana es algo que hoy está al alcance de todos simplemente mirando en el teléfono móvil, escuchando las informaciones o visitando páginas especializadas donde se pueden encontrar todo tipo de datos meteorológicos. Pero hubo un tiempo, antes del avance de la computación y de los satélites en el siglo XX, en el que nuestros antepasados compartían técnicas y experiencias de sus observaciones. Experiencias que llegaron hasta nosotros en forma de viejas tradiciones y alimentando, notablemente, nuestro imaginario y nuestro refranero.

“La gente del campo, por ejemplo, tenía que predecir el tiempo que iba a hacer de alguna manera. Para ellos, para su trabajo, era muy importante. Observaban la naturaleza, los vientos o el comportamiento de los animales y, en algunos casos, acertaban. Por ejemplo, deducían el tiempo que va a hacer mañana en función de la dirección del viento o del tipo de nubes que hay hoy. Ellos tenían mucha experiencia y es valioso como lo hacían”, explica Damián Insua, investigador de la Facultad de Física de la Universidad de Santiago de Compostela.

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El viento nos ayuda, a corto plazo

La observación del viento es una de las pocas licencias que Insua concede a la meteorología popular. “Sabían que si venía del sur, generalmente anticipaba la llegada de un frente asociado a una borrasca. Y esto tiene todo el sentido del mundo por una razón muy sencilla que es que las borrascas, en el hemisferio norte, circulan desde el oeste hacia el este. Además, el viento en las borrascas gira en el sentido contrario a las agujas del reloj y esto hace que cuando nos llegan desde el mar, desde el Atlántico, que es la dirección predominante de la que vienen, el viento sea siempre del sur. Por lo tanto, sí, ese es un indicador real que ellos tenían para saber si iba a cambiar el tiempo y funcionaba muchas veces y funciona”, afirma.

«Es totalmente falso que los dolores asociados a cambios de presión anuncien mal tiempo»

DAMIÁN INSUA, físico de la USC

El investigador de la USC no es tan complaciente con la observación de  los astros, sobre todo con la supuesta relación entre las fases de la luna y los cambios de tiempo, “algo que encontramos en algunos refranes y que no tiene sentido”, asegura. Insua considera también carentes de sentido aquellas molestias que, asociadas a supuestos cambios de presión, anuncian mal tiempo. “Eso es totalmente falso. En nuestro día a día vivimos cambios más grandes de presión que los que se producen cuando llega una borrasca con precipitaciones. Por ejemplo, ahora aquí estamos en Santiago de Compostela y subimos al Monte Pedroso que está 200 metros más arriba y probablemente el cambio de presión sea mucho más grande que el que se produce cuando va a llegar una borrasca”, subraya el científico especializado en Física no lineal.

La atmósfera no tiene memoria

Algunas viejas tradiciones como las llamadas “cabañuelas”, un cálculo popular para el pronóstico del tiempo de todo el año basado en la observación de algunos días de agosto, o las témporas de las estaciones que, fijadas cada año según el calendario lunar, predicen el tiempo de los próximos meses, disfrutan hoy de una segunda vida en las redes sociales. Y aquí, Damian Insua es rotundo: “Nuestros antepasados intentaban hacer algo que no se puede realmente y que es predecir cómo iba a ser el tiempo cuatro o cinco meses después basándose en el estado de la atmósfera en un instante concreto, en un día determinado del año. Esto no tiene sentido desde el punto de vista matemático y físico pero es comprensible que lo intentaran porque para ellos era muy importante saber cómo iba a ser la siguiente estación para sus cultivos, por ejemplo. Nosotros, para ejemplificar un poco esto, siempre decimos que la atmósfera no tiene memoria, le da totalmente igual ese tipo de relaciones, como si el verano fue lluvioso o seco y entonces el invierno va a ser húmedo o frío”, insiste.

«Métodos como las cabañuelas o las témporas no tienen sentido desde el punto de vista matemático y físico»

DAMIÁN INSUA, físico de la USC

El investigador de la Facultad de Física también señala la descontextualización de la que puede ser víctima nuestro refranero con el ejemplo de aquellos proverbios que relacionan directamente el mes de abril con la lluvia. “Esos refranes serían totalmente ciertos en el interior de la península donde, en algunas zonas, el pico de precipitaciones sí que es en primavera, en el mes de abril. Esto está asociado a las tormentas de tarde que aquí también tenemos pero quizás menos en ese mes. Aquí tenemos más bien precipitaciones de tipo frontal que vienen con las borrascas del invierno y el máximo en Galicia se registra normalmente en diciembre. Es decir, Abril, aguas mil es un refrán un poco confuso y en Galicia no totalmente cierto”.

Mirar por la ventana, la mejor herramienta

Resultado de un mito anclado en nuestro imaginario o herramienta esencial para nuestros ancestros, el empleo de estas técnicas cayó en desuso con la llegada de informaciones precisas con base científica y de las que hoy puede disfrutar cualquiera. “Hoy con un ordenador podemos saber si el tiempo va a cambiar o no, la cantidad de lluvia que va a caer mañana, si van a ser 10 litros por metro cuadrado o 100 y las horas del día a las que va a llover. Hoy ya no tiene sentido utilizar esas viejas técnicas pero está bien recordarlas como algo que fue crucial para que nuestros antepasados intentaran predecir el tiempo”, asegura Insua que nos deja un consejo antes de finalizar esta conversación con GCiencia.

“Pienso que merece la pena seguir mirando hacia el cielo. Primero porque el contacto con la naturaleza siempre es bueno y nos ayuda incluso a relajarnos y a sentirnos bien. Pero además porque echar un vistazo por la ventana antes de salir o mirar al cielo cuando llegas a la calle sigue siendo útil para predecir el tiempo. A lo mejor no para saber el tiempo del día siguiente o de los dos próximos días pero para un período de tiempo inmediato, para saber por ejemplo si va a llover, sigue siendo útil”, afirma.

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