En el interior de la casa más próxima a la iglesia, sin enterrar y a simple vista: así se encontraba la segunda ara romana en San Vicenzo de Fernvenzas, en Aranga, un municipio de A Coruña. Es una piedra rectangular de granito dedicada al dios Júpiter, un pequeño altar propio de la cultura galaico-romana, donde se hacían ofrendas y sacrificios de animales. Fue una amiga de la propietaria de la casa la que dio la alarma del posible descubrimiento. El Colectivo A Rula es una asociación dedicada al arte rupestre y tras ver las fotografías visitó la zona y comenzó la retirada del petroglifo para su análisis.
Luis Leclere, uno de los integrantes de la organización, explica que retiraron el bloque de piedra y lo desplazaron 30 centímetros de la puerta de la casa para realizar una reconstrucción fotogramétrica. Gracias a este método descubrieron una inscripción incompleta: “SEVERUS”, el nombre del oferente, y “IOVI OPTIMO MAXIMO”, la divinidad a la que se le dedica. Segundo explican en un artículo de divulgación que saldrá a la luz los próximos días para la promoción de este hallado, el nombre “SEVERUS” aparece hasta en 160 inscripciones en la península ibérica y 11 en Galicia.
“Nos pusimos en contacto con la Dirección General del Patrimonio para su depósito en el museo de referencia que consideren. Pedimos que fuera al Museo das Mariñas y parece que todo apunta que va a ser aceptado, además, allí está la otra ara”, explica Leclere. En unas reformas en 1967 se localizó bajo el altar de la iglesia la primera ara encontrada en San Vicenzo; el descubrimiento no quedó ahí, ya que esto supuso la confirmación para los expertos de un camino secundario de la “Vía XX per Loca Maritima”, una calzada que unía las ciudades de Bracara Augusta (Braga) y Asturica Augusta (Astorga) que pasaba por Brigantium, cerca de la actual Coruña.
San Vicenzo de Fenvenzas y su entorno parece contener grandes joyas arqueológicas. El mismo día que Colectivo A Rula supo que estaba a punto de descubrir otro altar romano, encontró en el muro de la cabecera de la iglesia un elemento “reaprovechado” que identificaron como un fragmento de plástica castreña grabado sobre una piedra de granito.
Se trata de un entrelazado de nudos de la misma tipología que otros localizados en el sur de Galicia, norte de Portugal y Asturias. Las características de esta pieza guardan un parecido con un ejemplar de Fontefría: con una base en forma de S se dibuja una estructura de círculos conformando una figura romboidal. “Esto los ayudan a contextualizar aun más la zona. Es el único elemento de práctica castreña que se conoce en toda la provincia de A Coruña”, explica Leclere.
En este sentido, la organización considera que tanto las aras como el entrelazado provienen del castro de las Cotorras, un asentamiento próximo de grandes dimensiones. El más “plausible”, explica el divulgador, es que el propio lugar de San Vicenzo de Fervenzas fuera un asentamiento romano en el que existió un templo, “un santuario de cierto carácter oficial”. Por eso es por lo que solicitan un estudio del entorno de la iglesia de San Vicenzo para averiguar si hubo o no un asentamiento durante el período romano. “A un lado de la iglesia se conserva la cimentación de la casa rectoral que, arruinada, aun se mantenía no hace muchos años y que a pesar de tener protección legal fue casi completamente desmantelada. Este podría ser un buen lugar para comenzar este estudio que proponemos”, indican.
Uno de los cruceros más antiguos del país
Situado a un lado de la casa donde encontraron la segunda piedra al dios Júpiter se levanta un crucero gótico. Está datado entre finales del siglo XV y comienzos del XVI. Los visitantes se acercaron a verlo y pudieron observar un “1863” grabado, la fecha de una posible reconstrucción. Por su antigüedad forma parte de un selecto grupo de cruceros, sobre unos 20, considerados los más antiguos del país y por su estética ocupa “un lugar destacado entre ellos”, afirman. Es una cruz latina con los brazos finalizados en una flor de cuatro pétalos. En un de los lados está esculpida la Virgen, San Xoán y un penitente, y en otro, un Cristo de “ojos almendrados”. No se conoce el origen de este crucero mas cuenta la leyenda que fue el Monasterio de Santa María de Sobrado dos Monxes quien lo donó a cambio de una misteriosa piedra. Y así aún lo cuentan los vecinos del lugar.