-¿Cuál sería el hallazgo más notable de la campaña de excavaciones que incluye este programa?
-Hay varios. Pero destacaría en el Trega la aparición de una cabeza de piedra. No hay demasiadas en Galicia. Muy pocas encontradas en un contexto arqueológico. Aparece vinculada a un elemento defensivo: la muralla. Son representaciones de cabezas cortadas de guerreros enemigos, que están para proteger a ese pueblo. Parecen creer que el alma de los guerreros valientes que fueron vencidos puede protegerles a ellos.
-¿Qué importancia tiene el castro do Trega?
-Es el más importante del Noroeste da Península. Tenía una gran población. Y elementos singulares que demuestran prosperidad.
Vuelve el debate sobre los celtas, pero yo defiendo la denominación ‘galaicos’
-El Celta es un club de fútbol y fue una marca de cigarrillos… Pero, en arqueología, ¿sigue habiendo debate sobre si en Galicia hubo celtas?
-Vuelve a resurgir con fuerza el debate sobre los celtas. Pero hay que matizar. El Noroeste fue un punto muy permeable culturalmente. Estamos a cuatro días de navegación de Inglaterra y a cuatro de Cádiz. No somos celtas, pero sí estamos en contacto con el mal llamado mundo celta. Hay piezas de la celtiberia en castros de Galicia. Por ejemplo, en Lalín y en Castro Landín han aparecido elementos. Pero hay contactos con la Celtiberia, como los hay con el mundo púnico, con Cartago, más tarde con Bizancio, con el norte de África… No sólo los celtas, sino también otros pueblos nos trajeron su cultura.
-¿Como arqueólogo, qué nombre asignaría entonces a esos pueblos castrexos?
-Nosotros somos el mundo galaico. No tenemos que ser otra cosa. Los romanos nos definían como “Kallaikoi”. Y ya está. Galaicos. Éramos eso. Con influencias del Atlántico y del Mediterráneo, de otras culturas. En otra época se buscó el mundo celta como referente, por un interés del siglo XIX. Pero la realidad es que no necesitamos apellidos de otros. Éramos galaicos. Esa es mi opinión.