Un espectacular acceso flanqueado por robles y arces blancos (falsos plátanos) nos lleva a las puertas del considerado primer pazo de Galicia: Las Torres do Allo, en el municipio de Zas (provincia de A Coruña), una casa señorial y palaciega cuyo origen se remonta a finales del siglo XV- principios del XVI. Atrás quedan las fortalezas y castillos medievales del Reino de Galicia, hasta entonces residencia y símbolo del poder nobiliario local.
El pazo está ligado a la familia Riobóo desde su origen hasta que fue vendido por sus propietarios en 1998 a la Deputación de A Coruña que lo adquirió en un penoso estado de conservación. Su declive había comenzado en 1950 al quedar deshabitado.
Declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 1999 fue abierto al público en 2005 como Museo y Centro de Información y Recursos Patrimoniales, por lo que a sus valores arquitectónicos, históricos y artísticos suma una amplia y didáctica exposición de la cultura, artesanía y etnografía de la comarca.

Los Riobóo comenzaron su andanza como gran casa nobiliaria en 1456 cuando Berenguela Sánchez de Moscoso, hija del conde Altamira, se casa con Gómes De Riobóo Vilardefrancos, el jefe de servicio y hombre de confianza del conde (su “ayo”). De aquí derivaría el nombre del pazo, teoría que rivaliza con la que sostiene que el topónimo tiene su origen en la palabra latina “angelus”, en alusión al meandro que el río Grande hace en esta zona delimitando sus tierras.
Será su hijo, Alonso Gomes Riobóo Vilardefrancos, el primero que ostente el título de “Señor do Allo”. Bajo su dirección y la de su sucesor se construyen la casa do Allo y la llamada Torre Viexa (Torre Norte), de estilo gótico tardío, obras que finalizan en 1512. Arranca aquí la historia de un edificio señorial que sirvió de inspiración para los futuros pazos gallegos.
No es hasta casi dos siglos después cuando Antonio Gómes de Riobóo -cuyo patrimonio y estatus mejora sustancialmente al casarse en 1644 con la heredera de la Casa de Cabaña, María das Seixas e Losada– acomete la reforma de la Torre Viexa y la construcción del cuerpo central del pazo, con fachada renacentista. En ella trabajaron canteros de la Escuela de Egás, cuyos arquitectos diseñaron el Hospital Real de Santiago de Compostela (hoy Hostal de los Reyes Católicos) al que evoca.

Su heredero sigue adelante con el proyecto y, a caballo de los siglos XVII y XVIII, afronta la construcción de la Torre Nueba (Torre Sur), procurando la continuidad estética de la primera torre.
De esta época datan también construcciones anexas aún existentes: hórreos, alpendres, las casas del Curro (para los colonos), el palomar, un jardín barroco – del que sobrevive un abeto de Vancouver de 20 metros de altura-, molinos, fuentes como de la de San Ramón o la del Gallo, etc. No hay que olvidar que un pazo no era solo la residencia de una familia poderosa, si no también el epicentro de una organización social. Sus tierras eran trabajadas por campesinos sobre los que tenían derechos tributarios e incluso jurisdiccionales.
De su jardín barroco disfrutó, sin duda, el naturalista e impulsor de la primera Historia Natural de Galicia, Víctor López Seoane, quien casado con Francisca de Riobóo y Álvarez vivió en las Torres do Allo desde 1870 a 1900. De prestigio internacional, era miembro de la Sociedad Entomológica de Francia y se carteaba con Darwin. Se cree que fue él quien mandó plantar los robles y arces blancos que marcan, aún hoy en día, el camino de entrada a la casa.
Todo pazo tiene capilla, uno de los elementos que lo definen y la de las Torres do Allo, dedicada a San Pedro, data del siglo XVI. Una imagen del santo nos da la bienvenida desde el retablo de la puerta principal. La iglesia de San Pedro tiene un atípico campanario lateral y cuenta con variados detalles arquitectónicos y artísticos de gran valor que la hacen única. En 1989 fue restaurada por lo que luce en todo su esplendor.
El pazo de las Torres do Allo está plagado de detalles artístico-ornamentales que resaltan la grandeza de esta joya arquitectónica y ayudan a escribir su historia: escudos de armas, ménsulas, ventanas, arcos, gárgolas, santeras, dinteles…
Además del emblemático Pazo de las Torres do Allo, el municipio de Zas posee un amplio y variado patrimonio que incluye ejemplos del pasado megalítico (Arca da Piosa) o del romano (puente de Brandomil); un rosario de cruceiros, molinos, iglesias y pazos o un interesante Museo del Lino que ha recuperado el proceso artesanal de antaño para la obtención de esta preciada fibra. Sin embargo este patrimonio etnográfico y cultural no debe obviar la riqueza natural de la zona con espacios únicos como la carballeira de Baio y su Pedra Vixía o el Pico de Meda que, a 566 metros de altura, se erige como un mirador privilegiado sobre el valle de Soneira y desde donde puede avistarse el Atlántico.
A tener en cuenta: