jueves 18 abril 2024

La tuberculosis, ¿una enfermedad del pasado?

Las cifras demuestran que sigue existiendo y, al contrario de lo que se piensa, puede afectar a todas las personas, sobre todo si tienen un sistema inmunitario debilitado

En el año 2020, 10 millones de personas enfermaron de tuberculosis en todo el mundo, en Galicia fueron casi 400. La dolencia, hoy desconocida para muchos, sobre todo entre la gente más joven, sigue siendo la protagonista de campañas de salud pública y de reuniones internacionales con las que se intenta reducir el número global de casos hasta poder poner fin a la epidemia.

Se trata de una enfermedad contagiosa que afecta, en la mayoría de los casos, al pulmón, aunque puede dañar cualquier parte del cuerpo, como la pleura o los huesos. Existe desde hace miles de años. De hecho y como ejemplo, en varios análisis realizados a las momias del Antiguo Egipto se encontraron lesiones susceptibles de ser consecuencia de la tuberculosis. Hoy, es una enfermedad que se puede prevenir, tratar y curar. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, una cuarta parte de la población mundial está infectada por esta bacteria.

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Una cuarta parte de la población mundial está infectada por la bacteria que causa la tuberculosis

“Lo primero que hay que diferenciar claramente es que tenemos un estado de infección y un estado de enfermedad. La infección, el bacilo, permanece latente pero no provoca enfermedad. De la gente que se infecta, aproximadamente un 10% sí que termina desarrollando esta dolencia y ese 10% normalmente lo hace entre los primeros dos y cinco años aunque puede haber gente que la padece más tarde”, asegura Raquel Barbosa, profesora asociada de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Santiago de Compostela.

Afecta más a las personas con un sistema debilitado

Fue el Premio Nobel de Medicina, el alemán Robert Koch, quien descubrió el bacilo que provoca la dolencia de la tuberculosis a finales del siglo XIX. Los síntomas más frecuentes pueden ser la tos, la fiebre, el adelgazamiento o la sudoración nocturna. Entre las personas que la desarrollan se encuentran, sobre todo, aquellos que tienen su sistema inmunitario frágil, como las personas con VIH o las que siguen tratamientos inmunosupresores para enfermedades reumatológicas o digestivas, por ejemplo.

“En estos últimos años esos tratamientos han aumentado de una manera muy importante. Como esas personas pueden tener un mayor riesgo de padecer una tuberculosis, se realizan pruebas antes de empezar a medicarlas para saber si están infectadas y así poder hacer lo necesario para protegerlas”, nos explica Barbosa.

Cualquiera puede padecer tuberculosis

Raquel Barbosa es profesora asociada de Medicina Preventiva y Salud Pública en la USC.

Gracias al Programa Gallego de Prevención y Control de la Tuberculosis establecido en el año 1996, hoy es mucho más difícil estar expuesto en nuestro entorno a esta bacteria. Cada caso es registrado, se rastrean los contactos del paciente y existe un control estricto del tratamiento, por parte de los profesionales sanitarios, para que sea realizado correctamente y evitar así resistencias bacterianas.

La enfermedad aún existe, el Bacilo de Koch sigue circulando, pero la creencia de que la enfermedad solo afecta a las personas que viven en condiciones desfavorables, carece hoy de sentido.

“Hay gente a la que aún le sorprende padecer una tuberculosis, primero porque piensa que la dolencia ya no existe, pero también porque siempre se relacionó con el hecho de vivir en peores condiciones. Antiguamente se decía que afectaba, sobre todo, a las personas con problemas sociales porque en una casa podían vivir muchísimas personas juntas. Eso es lo que ocurrió, por ejemplo, en la Revolución Industrial cuando muchas familias abandonaron el rural para trabajar en las ciudades. Pero hoy no podemos seguir pensando que esta es la razón por la que se enferma”, afirma la científica de la USC.

El diagnóstico precoz, la mejor medicina

Fiebre, adelgazamiento y sudoración nocturna son síntomas que pueden alertarnos de la enfermedad y que no debemos pasar por alto ya que el diagnóstico precoz, es una de la llaves para frenar la tuberculosis.

“Cuando una persona empieza a tener esos síntomas podemos pensar en otro proceso pero cuando permanecen varias semanas y van acompañadas de sudoración nocturna o adelgazamiento, debemos pensar en la tuberculosis y acudir a un centro sanitario. Cuanto antes sea diagnosticada esa persona, antes dejará de ser contagiosa”, advierte Raquel Barbosa quien también trabaja en el Hospital Universitario Lucus Augusti, en Lugo, en el aislamiento de enfermos de tuberculosis.

Fiebre, adelgazamiento y sudor nocturno son síntomas que pueden alertarnos de la enfermedad

Y una vez diagnosticada la dolencia, el paciente debe permanecer en su domicilio durante las primeras semanas, no hacer vida social, usar mascarilla y someterse a los controles que se le indiquen, como el análisis de esputos para saber si aún puede transmitir el bacilo.

La OMS quiere acabar con la epidemia en el 2030

Hoy, con catorce personas enfermas de tuberculosis por cada cien mil habitantes, Galicia cumple ya el objetivo de la OMS de no superar los veinte casos si se quiere poner fin a la epidemia en el 2030, como fue establecido por la organización hace cuatro años.

La carrera por diseñar y producir una nueva vacuna estaría a punto de ganarse gracias a una investigación de la Universidad de Zaragoza ya que la antigua BCG, el Bacilo de Calmette-Guérin, cayó en desuso por su baja efectividad frente a la tuberculosis respiratoria. Solo se emplea hoy en algunos países frente a la tuberculosis grave, por ejemplo.

“Para evitar el contagio, las medidas básicas son iguales a las que se utilizaron para luchar contra la Covid-19 ya que se transmite de manera similar, cuando tosemos o estornudamos: debemos usar mascarilla y permanecer en lugares abiertos o ventilados, en caso de duda”, aconseja Barbosa para finalizar.

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