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Los gatos matan 1,6 millones de animales al año en Galicia: «No deben salir de casa»

Dos biólogos de la UDC alertan del negativo impacto sobre la biodiversidad de los felinos sueltos, tanto en el rural como en la ciudad

Tres familias de fareros se mudaron a la isla de Stephens, en Nueva Zelanda, en 1894. Con ellas llegó, por lo menos, un gato doméstico que mató varios ejemplares de un extraño pájaro nocturno. La caza del felino, junto al tráfico de ejemplares de los naturalistas, provocó la extinción de la especie Xenicus lyalli en su último reducto, ya que había desaparecido en el resto del país. Este es el caso más paradigmático, pero no el único. Un estudio publicado en 2013 apuntó al gato doméstico como responsable del “grave declive” del lagarto ocelado (Timon lepidus) en las islas de Ons y Cíes. Más allá de estos casos, el análisis cuantitativo es demoledor. Los expertos estiman que los gatos producen como mínimo 1,6 millones de muertes de animales al año en Galicia.

“Su impacto en la fauna es elevado, preocupante y transversal, porque afecta a muchos grupos: desde aves, hasta reptiles, mamíferos e incluso grandes insectos. Esta delicada situación se suma la una pérdida de biodiversidad y defaunación generalizada“, lamenta Damián Romay, biólogo de la Universidad de A Coruña (UDC) y miembro del Grupo Naturalista Hábitat. A pesar de que la mayor parte de los estudios sobre la depredación de los gatos se hicieron en entornos insulares —incluida la escasa literatura científica que hay en Galicia—, también hay sobrados ejemplos continentales. Sin ir más lejos, el biólogo Wojciech Solarz de la Academia Nacional de Ciencias de Polonia declaró en 2022 que el gato debería ser considerado especie exótica invasora por suponer una amenaza para la biodiversidad.

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Romay es consciente de la polémica generada alrededor de este tipo de declaraciones, pero asegura que no se puede negar la evidencia. Un estudio publicado en 2022 en la revista Nature, una de las más prestigiosas a nivel internacional, estimaba que solo en los Estados Unidos los gatos mataban entre 1.300 y 4.000 millones de aves al año; así como entre 6.300 a 22.300 millones de mamíferos. Las cifras son astronómicas. Los gatos cazan por instinto, independientemente de que estén bien alimentados. Y entre ellos no solo hay que contar los domésticos, sino también los de colonias felinas y los abandonados.

¿Cuántos gatos hay en Galicia?

En Galicia no hay estudios sobre el impacto cuantitativo de los gatos sobre la fauna, pero sí estimaciones. Según los cálculos ofrecidos por Romay, podría haber un mínimo de 70.000 gatos domésticos en Galicia. Partiendo de esta cifra, se calcula que los abandonados —“de la calle”, o “no domésticos”— podrían estar entre los 24.000 y los 118.000 ejemplares en todo el territorio. Una aproximación que el biólogo de la UDC calcula en base al censo de gatos en España y a las estimaciones de su colega Miguel Clavero, científico del CSIC en la Estación Biológica de Doñana que llegó a recibir amenazas en redes sociales por mostrar la realidad: el impacto de los gatos, domésticos y asilvestrados, sobre la fauna.

Gato de colonia felina, en A Coruña. Foto: Cedida

En lo que respeta a los gatos abandonados, se hace referencia a los que andan sueltos y no tienen dueño, incluidos los de las colonias felinas. En relación a este tipo de grupos, habituales de los entornos urbanos, se estima que puede haber alrededor de 500 “colonias felinas” —creadas y mantenidas artificialmente— en toda Galicia. En cada colonia puede haber entre 8 y 15 gatos y, por lo tanto, podrían suponer 4.000 y 7.500 gatos sin dueño, pero agrupados y alimentados por voluntariado. “Cuando hablamos de gatos abandonados parece que siempre nos referimos a colonias y no es así. Hay que diferenciar los entornos urbanos de las rurales”, declara el también biólogo de la UDC, Martiño Cabana, y socio del Grupo Naturalista Hábitat. Los gatos domésticos, dice su colega Romay, “son una selección artificial hecha por los humanos” y, por lo tanto, su lugar “debería estar dentro de las casas, y no fuera”.

El “abandono supervisado” de las colonias felinas

Cabana, que se confiesa un gran amante de los gatos, hace hincapié en que los que están en colonias o los gatos del rural tienen muy poca atención y cuidados, son un claro ejemplo de “semiabandono” y, por lo tanto, de maltrato animal. Menciona las peleas, los habituales atropellos como causas de muerte, las enfermedades, los parásitos… independientemente de que los voluntarios los alimenten y traten de mantenerlos con vida.

“Las colonias felinas no son la solución, ni por la fauna del alrededor ni por los propios gatos. No es humanitario. Es un sistema que acorta su vida. Pasan enfermedades, están mal alimentados y los inviernos en Galicia son muy fríos y húmedos”, lamenta Cabana. Darle comida y un mínimo refugio, continúa el biólogo, no es la solución, es un “abandono supervisado”. Junto a su colega Romay, aboga por un sistema donde se favorezca la adopción de gatos de colonias felinas. “Establecer unos marcos prioritarios no solucionaría el problema, pero sería un gran paso adelante”, apuntan.

¿Cuánto cazan los gatos?

Los gatos de Ons, Cíes y la isla de Stephens tan sólo son ejemplos. Según la estimación que proporciona Romay, los gatos cazan un mínimo de 1,6 millones de animales silvestres anualmente en Galicia. Los domésticos serían responsables de alrededor de 332.000 de estas muertes —entre 40.000 y 80.000 serían aves— y los abandonados y los “de las colonias felinas” un mínimo de 1,3 millones. Cifras, de nuevo, astronómicas. Estimaciones que hace el biólogo de la UDC para darle dimensión al problema y hacer hincapié en que los gatos, cuando andan sin control, suponen una seria amenaza para la biodiversidad. Son quien de extinguir especies y de provocar grandes declives en poblaciones comunes, pero también en las que están en peligro de extinción o amenazadas. También en insectos, algunos de ellos protegidos, como el escarabajo Lucanus cervus.

Impacto sobre los reptiles

Cabana estudia reptiles y anfibios y es buen conocedor del impacto de los gatos sobre este grupo animal. La especie más habitual y que más cazan en Galicia es la lagartija gallega, que suele estar en todas las casas del rural. “Se producen extinciones de pequeñas poblaciones en toda Galicia”, constata el experto. Pero también hay otros reptiles, como las víboras y los grandes lagartos, que son las víctimas perfectas de los gatos. Las únicas que no caen en las garras de los felinos domésticos son las serpientes de más de 60 centímetros, pero sí sus crías.

Tanto Romay como Cabana asumen que hay muy poca evidencia científica en Galicia sobre el impacto de los gatos en la fauna, mas las observaciones y trabajos de campo que ellos realizan en sus grupos de investigación son una buena muestra de lo que todavía no recoge la literatura científica. En un artículo publicado en GCiencia y que salió originalmente en The Conversation, los biólogos Antigoni Kaliontzopoulou y Raül Ramos García describían el proceso de autotomía por el que las lagartijas se desprenden voluntariamente de su cola cuando se ven amenazadas. Es una forma de protegerse de sus depredadores. Su estudio estaba hecho en Cataluña, donde se constataba que lo hacían para protegerse de los gatos. En Galicia sucede lo mismo.

“Es muy habitual ver lagartijas sin cola cerca de las casas. Y cerca de las casas no hay martas, ni armiños, ni otros depredadores naturales. Lo que hay son gatos”, evidencia Cabana. Más allá de que maten a los reptiles, el mecanismo que ellos activan para protegerse tiene serios impactos sobre su vida. “Desde octubre hasta marzo comen muy poco y necesitan depósitos grasos que almacenan en el rabo para poder sobrevivir y superar el invierno. En los lagartos, la producción de huevos depende de los alimentos y la pérdida de la cola, al fin y al cabo, tiene consecuencias directas sobre su estado y fortaleza física”, dice el biólogo de la UDC.

Regurgitación del contenido gástrico de un gato doméstico en Zarzo, Fragas do Mandeo, Paderne. Mayo de 2007. Esta masa contenía un ejemplar de Lacerta schreiberi, cuatro de Iberolacerta monticola (todos ellos machos adultos) y, además, un individuo de Crocidura russula y otro de Sorex granarius. La ingesta de las dos últimas musarañas, habitualmente evitadas por los gatos, fue lo que probablemente originó el vómito. Foto: Pedro Galán

En el estudio publicado en 2013 en el que se evidenciaba el declive de poblaciones de lagarto ocelado en las islas de Ons y Cíes también se hace mención a la amenaza que suponen los gatos para la lagarta serrana (Iberolacerta monticola). El artículo, escrito por el también biólogo de la UDC Pedro Galán, ponía énfasis en su vulnerabilidad en las Fragas do Mandeo y en las del Eume. Concretamente, tras la restauración del Monasterio de Caaveiro, aumentó la presencia del gato doméstico. “Paralelamente, la población de I. monticola en esta zona, antes una de las más numerosas del Parque, declinó hasta casi desaparecer”, indica.

En busca de soluciones

Ante una situación más que refrendada por la ciencia, cabe barajar las soluciones ante esta problemática. Sobre todo, teniendo en cuenta la gran cantidad de gatos que hay en Galicia y la reticencia de ciertos sectores a reconocer que suponen una amenaza para la biodiversidad. Romay y Cabana optan, en primer lugar, por confinar a los animales: “No deben salir de casa”. Los gatos domésticos son, precisamente, gatos que deben estar dentro de los hogares. En Escocia, sin ir más lejos, se baraja la posibilidad de aplicar esta medida: la de prohibir dejarlos sueltos en el exterior, sobre todo en zonas de alta sensibilidad ecológica.

Otra de las alternativas es el uso de jaulas que permitan sacar a los gatos al exterior sin que ellos ni la fauna del entorno corra peligro. “En algunos pueblos australianos los obligan a estar dentro de un recinto. Para mí, este es el paso intermedio. Es importante circunscribir su espacio a unos pocos metros cuadrados y no a hectáreas. Si no, va a barrer con todo, como si fuese una aspiradora de fauna”, expone Romay. Y dice que lo importante, en estos casos, es la movilización de la ciudadanía, dado que este tipo de iniciativas raramente nacen de las administraciones. Sin ir más lejos, la Diputación de A Coruña asentó una colonia felina en el entorno de la Torre de Hércules, un Espacio Natural de Interés Local.

La falta de percepción social

Pero más allá de la inacción de las autoridades, biólogos como Romay y Cabana se enfrentan a la analfabetización científica a diario. A quién los acusa, como a Antigoni Kaliontzopoulou y a Raül Ramos, de fomentar el maltrato cuando, en realidad, tan sólo tratan de buscar alternativas; un equilibrio ecológico que beneficie a gatos, pero también al resto de especies que depredan. “Siempre estamos luchando contra principios acientíficos y pseudocientíficos”, lamenta Romay. Y argumenta contra aquellos que ponen por encima los gatos frente a otros animales: “Es un discurso perverso. Dicen infundadamente que el gato tiene tanto derecho a ser protegido como la especie endémica. Esta última es una auténtica joya ecológica. El doméstico es una selección artificial hecha por los humanos”.

Un gato acechando una rana en A Coruña. Foto: Cedida

“Ante la histeria acientífica, ciencia. Ante las acusaciones infundadas, ciencia”, continúa Romay, tajante. A estas palabras se suma su colega Martiño Cabana, quien se ve en el deber de insistir en su amor hacia los gatos, como si tuviera que justificar lo que la ciencia ya ratificó. Recalca idea de que los que viven en colonias felinas están en una situación inadecuada y que la prioridad es su retirada de la naturaleza y posterior adopción. Igual que el resto de gatos abandonados, encontrar un hogar para ellos evitaría los atropellos, las enfermedades y los ataques de perros, disminuyendo así su mortalidad. Además de esto, los dos biólogos señalan que los gatos sin dueño son un reservorio “casi infinito” de múltiples enfermedades.

Pero esto no solo sucede en los entornos urbanos, sino también en los rurales, donde apenas hay control sobre las poblaciones felinas. Romay y Cabana señalan que cuándo se toman medidas, suelen ser “extremadamente crueles” y recuerdan casos de bolsas llenas de “gatitos vivos que se entierran o se echan en la basura o en el río”. Eso sí es una prueba consistente y evidente de maltrato animal.

Con todo, la mayor batalla está aún en la concienciación de la población. “Un estudio revela que los propios dueños de los gatos niegan y minimizan la capacidad predadora de sus mascotas”, asevera Romay. Ni siquiera son conscientes de que el radio de acción de un gato doméstico o abandonado puede llegar a los cinco kilómetros. Este desconocimiento es la primera barrera para reducir la astrónomica cifra de 1,6 millones de animales cazados anualmente por gatos en Galicia. Lo de Nueva Zelanda queda, sin duda, en una mera anécdota.


Referencia: Depredación de gato doméstico sobre reptiles en Galicia (Publicado en Boletín de la Asociación Herpetológica Española)

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