viernes 19 abril 2024

Los quirófanos flotantes que salvaron vidas en Terranova

Galicia destaca por hacer barcos y por navegar en ellos. Pero no por saber convertirlos en museos. Casi no hay ejemplos, excepto un boniteiro en Burela o la carabela Pinta en Baiona. Pero Portugal, el país de las ‘Descobertas’, sabe sacar partido turístico a sus embarcaciones, sean los barcos rabelos navegando el Duero, los moliceiros de Aveiro o un buque de grande porte, como es ocaso del Gil Eannes, en Viana do Castelo.

En la vecina Portugal tenemos un gran ejemplo de como un buque con historia puede pasar a ser un museo y un fuerte atractivo turístico. El Gil Eannes fue botado en 1955 en los astilleros navales de Viana. Y está ligado a la epopeya de la pesca del bacalao, que por algo es una bandera gastronómica de Portugal.

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O buque hospital Gil Eannes.
O buque hospital Gil Eannes.

Desde las ‘docas’ situadas en la orilla del río Limia partieron flotas durante siglos para pescar en aguas de Terranova y Groenlandia. Y en las calles vianesas quedan los soberbios edificios que construyeron los armadores locales, en el que llegó a ser el principal puerto bacaladero de la península Ibérica.

Pero las distancias hasta los caladeros eran enormes. Y las tripulaciones vivían aisladas durante meses en cada campaña. Así que Portugal decidió que un buque hospital atendiera la aquellos trabajadores. En 1927, envió al primer Gil Eannes, que en realidad era un buque llamado Lahnek, que había sido capturado a los alemanes durante la Primera Guerra Mundial y que rebautizaron con el nombre del navegante luso.

Su sucesor, el actual Gil Eannes, ya fue construido en astilleros portugueses, a pocos metros de donde hoy se expone como museo. El barco tenía 98 metros de eslora, casi 14 de manga y 3.467 toneladas brutas. Y fue reforzado para la navegación en mares con hielo. Con todo, no ejerció su vida útil solo como hospital, sino que a lo largo de los años tuvo diversas funciones como buque correo, de abastecimiento a la flota, remolcador y rompehielos.

A cociña do Gil Eannes.
A cociña do Gil Eannes.

Como buque hospital, estaba equipado con quirófanos, habitaciones para los enfermos y equipos avanzados de rayos X. Durante cada campaña el Gil Eannes realizaba entre 4.000 y 4.500 consultas en alta mar y alojaba a unos 400 pacientes accidentados o con enfermedades que precisaban hospitalización.

Además, cada año realizaban un promedio de sesenta operaciones quirúrgicas, junto a unas doscientas extracciones de piezas dentales, además de exámenes radiológicos e incontables pequeñas cirugías diarias. Horroriza pensar en las complicaciones de operar a un paciente a bordo de un buque, en condiciones de mala mar en el Atlántico Norte.

Hay que recordar que las tripulaciones de la llamada ‘flota blanca’ que pescaba el bacalao en Terranova tenían que trabajar en condiciones muy penosas, bajo un intenso frío, sumado a una alimentación deficiente, jornadas de trabajo agotadoras y el aislamiento continuado durante meses. El resultado era una salud precaria, por lo que la sola presencia del Gil Eannes confortaba a estos bravos marineros. Lo saben también muy bien los muchísimos gallegos que también pescaron en estas lejanas y frías aguas.

Además de como buque hospital, el barco también transportaba el correo hacia los caladeros del norte. Cada campaña repartía 70.000 cartas entre los marineros y sus familiares en tierra.

Camas hospitalarias do Gil Eannes.
Camas hospitalarias do Gil Eannes.

En 1975, fue destinado a la guerra de Angola. Y en 1984 se produjo su amarre definitivo. Devorado por la herrumbre, fueron pasando los años en una dársena del puerto de Lisboa, hasta que, en 1997, fue vendido para chatarra. Pero luego se desató una campaña desde el propio ayuntamiento de Viana do Castelo, secundada por empresarios, vecinos y colectivos sociales de la ciudad. Con los 250.000 euros recaudados, se hicieron con el barco, que fue rehabilitado.

Finalmente, en 1998, abría al público el Gil Eannes convertido en un barco museo. Veinte años más tarde, conocerlo resulta emocionante. El visitante puede recorrer las cabinas de la tripulación, las salas de máquinas, los quirófanos que conservan un aire tétrico con su tecnología de otro tiempo, los camarotes con camas para los enfermos y la inmensa cocina dotada con su propia panadería. Amarrado al puerto de Viana do Castelo, el Gil Eannes merece una visita. Y nos recuerda que recuperar la historia naval es posible.

Horario:

Invierno de 9.30 a 18.00h

Verano de 9.30 a 19.00h

Precio de la visita: 4 euros/ Niños menores de 6 anos: gratis

Más información web da Fundación Gil Eannes

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