Es un saber popular que a San Andrés de Teixido va de muerto quien no fue de vivo. Los rituales y tradiciones que envuelven esta aldea de la parroquia de Régoa (Cedeira) aún perviven entre nosotros y las leyendas o especulaciones sobre su construcción también son muchas. Una de ellas dice que el santuario es fruto de la envidia que el Apóstol Andrés sentía por todos los visitantes que tenía el Apóstol Santiago en Compostela. El discípulo de Xesús sentía una enorme tristeza porque nadie lo iba a visitar al estar su templo en un lugar aislado; todos los peregrinos preferían caminar a Santiago de Compostela. Dios le prometió que, para compensar su pena, quien no fuera de vivo una vez, iría de muerto tres y, tal vez, no como un ser humano, sino un sapo, culebra o lagarto.
El vicepresidente de la Diputación de A Coruña, Xosé Regueira, antes que como una competencia, lo observa como “un complemento” al Camino de Santiago, por eso quieren impulsarlo desde la institución a través del Plan de Sostenibilidad Turística en Destinos elaborado para el Proyecto de Geoparque Cabo de Ortegal. “Para ser xeoparque tienes que tener algo más: tienes que tener una población local implicada, una población local viva y elementos que enriquezcan ese producto científico”, explica el también diputado de Turismo.
Este particular peregrinaje ya se había promocionado desde la Diputación anteriormente como la Ruta del Medievo, que toma de base el recorrido que hacían los Andrade, señores feudales de la zona para cobrar los tributos a los campesinos. Une Betanzos con esta aldea de Cedeira y se divide en cinco etapas, con los siguientes destinos: Rebordelo (Montefero); As Neves (A Capela), situado a 19 kilómetros de la anterior parada; Igrexafeita (San Sandurniño), a 20 kilómetros; A Vila da Igrexa (Cerdida), a 21, y la última parada, San Andrés de Teixido.
Las actuaciones contemplan la creación de una aplicación móvil para la promoción del recurso, que ofrezca una planificación personalizada de las sendas, un cuaderno de viaje, una guía interactiva con información sobre el patrimonio material e inmaterial del camino y hasta el sello y descarga de una credencial propia para el peregrino. También incluye su divulgación su conocimiento entre los centros educativos y la incentivación del turismo escolar a través de programas como Guardianes del Camino de Santo André, para colegios o estancias de campo para universidades.
Tradiciones y creencias populares
Para llegar hasta a San Andrés de Teixido, hay que ascender por el camino de la Sierra de la Capelada, donde se encuentra uno de los acantilados más altos de Europa. Y, para cumplir con la tradición, quien camine hasta el santuario debe dejar una piedra en los milladoiros del camino para asegurarse de que no tendrá el deber de volver de muerto reencarnado en un animal —aun no sabemos se Santo André tendrá acceso a los datos de la app de la Diputación, que llevará un registro de los peregrinos.
Una de las tradiciones más practicadas es la de acercarse a la fuente del Santo y beber de los tres caños sin apoyar las manos. Cuenta la leyenda que el ritual no estará completo hasta tirar al agua un pedazo de pan, que, si flota, será una señal de que los deseos del peregrino se harán realidad. Las calles de la pequeña aldea están cooptadas por las tiendas de recuerdos, con figuras de pan conocidas como sanandreses, que protegen a quién las lleva.
De Santo André un también puede marchar con un ramo de namoreira o herbiña de enamorar, el símbolo del amor en Galicia, que suele crecer en los acantilados. Las creencias dicen que hay que recogerla justo antes del anochecer de San Xoán y guardarla en el bolsillo sin que la persona enamorada se entere del gesto. Es en su época de floración cuando las propiedades mágicas actúan sobre el mal de amores. Hay un dicho popular sobre ella: A herba de namorar / a herba namoradeira / a herba de namorar, / tráiocha na faldriqueira.
La ruta, si así se desea, no finaliza tras la visita al santuario del Santo. Una posibilidad es caminar hasta el pico más alto de la Sierra de la Capelada, el Vixía Herbeira, entre Cabo Ortegal y San Andrés y a 620 metros sobre el nivel del mar. Desde allí se puede observar la magnitud de estos acantilados, los más altos tras los fiordos noruegos, pues a su altitud se suma una pendiente de más del 80%.