sábado 20 abril 2024

Las madres solteras gallegas del siglo XVIII: rapadas, expulsadas de la ciudad y amenazadas por los vecinos

El historiador Ángel Arcay estudia la figura jurídica de las mujeres "espontaneadas", que tenían que oficializar sus embarazos

En el siglo XVIII las mujeres solteras que se quedaban embarazadas eran sometidas a uno férreo control por la sociedad. Las madres que no estaban casadas en el Antiguo Régimen y que tenían hijos eran rapadas, expulsadas de la ciudad y consideradas una amenaza para los vecinos. La fórmula que las autoridades diseñaron para cuantificar y vigilar la estas mujeres era una presentación oficial de su situación: quiénes eran, quién era el padre, información sobre el encuentro sexual y el juramento, en los casos en los que no había promesa de matrimonio, de que se iban a mantener castas el resto de sus vidas.

Este grupo de mujeres recibe el nombre de ‘mujeres espontaneadas‘. Es una figura jurídica exclusiva de Galicia recogida en los protocolos notariales. Una mujer tenía que dar cuenta ante un cura, un notario o un alcalde que estaba embarazada sin estar casada. No era ilegal no hacerlo, pero el castigo que se le podía poner en el ámbito social las obligaba a contar sus intimidades y exponerse públicamente. Eran muchos los datos que aportaban en primera persona y esto es una de las primeras riquezas de los expedientes que encontró el historiador Ángel Arcay Barral, que acaba de publicar Mujeres Espontaneadas, un ensayo que aborda los datos recopilados sobre la «espontanía» en la comarca del Eume y Ferrol.

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Arcay estaba trabajando en otro asunto en el artículo notarial de A Coruña y encontró un expediente. Le llamó la atención y lo apuntó. Poco tiempo después, y tras encontrar otro documento, decidió centrarse en esta investigación: terminó por reunir 555 casos de mujeres «espontaneadas». «Que esto exista en Galicia tiene que ver con el desequilibrio de la pirámide pobacional, pero también con la cantidad de hijos ilegítimos que existían, como los hijos de curas. Estamos acostumbrados a mirar al pasado con ojos del presente», apunta el investigador. La mayor parte de las mujeres espontaneadas que localizó eran analfabetas, de edades comprendidas sobre la veintena y que formalizaban su gravidez en el cuarto mes, cuando ya no la podían ocultar por el crecimiento de la barriga, con lo cual, tenían que buscar alternativas para salir adelante.

La portada de uno de los protocolos notariales, firmado por el escribano Bartholomé Rivera Sanjurjo Montenegro.

Unas de las interpretaciones que se realizan alrededor de esta figura jurídica es que podía ser una solución a la descompensación poblacional que existía en Galicia por las emigraciones: los hombres se iban y las mujeres quedaban solas. Se piensa que es posible que algunas quedasen embarazadas para que sus hijos las cuidasen cuando fueran mayores. Hay casos de mujeres que eran madres mucho más tarde que lo habitual para aquellos tiempos. Por supuesto, y como se puede intuir, muchas mujeres declaraban allí el embarazo por una violación.

En muchos expedientes en los que las relaciones eran consentidas aparecen expresiones como «movidas por la fragilidad humana», «caricias de amor y palabras sensibles» y «sugerida de los halagos y las comunicaciones» para detallar qué les llevó a tener relaciones sexuales con hombres que no son sus maridos. «No había delito mientras que no hubiese escándalo público y no era pecado si había después promesa de casamiento», explica Arcay sobre las mujeres solteras.

Por eso, algunos de ellos aparecían allí, también, ante el notario. Los hombres podían hablar y confirmar las palabras de la mujer y la promesa de matrimonio. Algunos se presentaban como fiadores, que eran los hombres que hacían de «aval» ante la ley, y eran elegidos por la mujeres. Juraban con sus bienes y su patrimonio que iban a llevar a las futuras madres por el «buen camino» para que no volviesen a caer en la tentación. Estas personas podían ser un vecino o un familiar, y era obligatorio para obtener el permiso por parte de las autoridades. Con lo cual, la forma de liberarse del pecado y de conseguir el beneplácito de la sociedad posteriormente a la confesión era formar una familia tradicional, acorde con los códigos de la religión, o entregar su vida a la castidad.

No solo eran mujeres de clase baja

Cuando tenían que firmar estos documentos que serían su salvaconducto para poder llevar una vida normal y no ser molestada, muchas no sabían. No tenía que ver con su estatus social, puesto que allí acudían mujeres de clase alta y así lo reflejan los documentos, donde aparecen los apellidos de familias importantes, y que curiosamente, acuden varias veces al notario a manifestar su gravidez. «Esto quiere decir que les daba igual lo que pensara el cura, el notario, lo poder, o nadie», señala Arcay.

Un expediente notarial en el que se puede ver en la parte superior el nombre de una mujer
espontaneada: «Espontánea de María García».

Para él, la imagen que aportan estas mujeres «espontaneadas» es contraria a la de la mujer burguesa. Por eso, se cree que es a principios del séxulo XIX con la llegada de la burguesía cuando desaparecen las mujeres «espontaneadas», y se instaura la idea de la mujer concebida como el «ángel del hogar», siendo sumisa al marido y sin practicar sexo antes del matrimonio. Un fiscal de la Real Audiencia que viajó a Galicia dejó por escrito esta norma que tanto llama la atención: «Son demasiado frecuentes en este Reyno de Galicia las causas que en él llaman de espontáneas, desconocidas en otras provincias, pero no en nuestro Derecho”.

No se puede hablar en términos absolutos sobre esta figura jurídica, ya que no hay suficientes datos para poder establecer un principio y un final a esta herramienta de control. Hay investigadores que creen que esta figura sí protegía a las mujeres y les aportaba derechos para poder denunciar si eran acosadas por ser madres solteras, por ejemplo. Algunos mantienen que la documentación encontrada en cuanto el contenido sexual cuestiona la idea de sumisión ante los hombres, considerando a las mujeres mucho más libres en esos términos en el Antiguo Régimen. Hasta el momento, se identificaron casos en A Coruña, Ferrol, Betanzos, Pontedeume, Lugo y San Xoán de Río (Ourense). Pero queda por estudiar el resto del país para poder establecer un mapa real de las mujeres espontaneadas.

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