Un estudio realizado por un equipo multidisciplinar de investigadores, que será publicado en la revista Science, y en el que ha participado un catedrático y genetista de la Universidad de Vigo David Posada, ha determinado el momento y el lugar en que se inició la expansión del virus VIH-1: Kinshasa, en la República Democrática del Congo, en 1920.
David Posada está acostumbrado a ser noticia. En 2007 se convirtió en el primer gallego en lograr una beca Starting Grant, la más prestigiosa de Europa destinada a jóvenes doctores para formar sus propios equipos. Y el pasado enero volvió a ser el foco de los medios de comunicación al colarse en la élite de la financiación europea, mediante la consecución de fondos del Consejo Europeo de Investigación (ERC, en inglés). Posada podrá avanzar en su investigación sobre el cáncer en la Universidad de Vigo. Es el único gallego que logra estos fondos, a los que se presentaron 3.600 proyectos internacionales, de los que se eligieron 312, sólo 20 de ellos españoles.
Ahora Posada vuelve a distinguirse como el único español que ha participado en el estudio sobre el VIH-1, que buscaba establecer los factores que convirtieron el virus en una pandemia global, con unos 75 millones de infecciones en todo el mundo.
La investigación aplicó modelos evolutivos “muy sofisticados”, explica Posada, de filogeografía estadística a un conjunto de secuencias genéticas de la envoltura del grupo principal del VIH-1, el grupo M. Así, se analizaron 800 muestras procedentes de África Central, recuperadas de clínicas y hospital, la más antigua, de 1959. A partir del estudio de esas muestras, se pudo reconstruir el modo y el tiempo de la expansión geográfica de la enfermedad, y se dató la aparición de la pandemia en 1920, en la República Democrática del Congo (antiguo Congo Belga).
El trabajo determina el momento y el lugar del inicio de la expansión del VIH-1: Congo, 1920
Este grupo formado por 14 científicos de diversas instituciones, coordinado por las universidades de Oxford y Lovaina, ha señalado el crecimiento urbano y del ferrocarril, por un lado, y los cambios en el comercio sexual (a partir de la independencia del país, en 1960), por otro, como los principales factores que facilitaron la conversión del virus en una pandemia.
Hasta ahora se sabía que el grupo principal del virus, el M, se transmitió originalmente del chimpacé al humano en el sur de Camerún, y que las personas contagiadas desarrollaban actividades relacionadas con la caza y la manipulación de carne de estos animales. “Pero no estaba claro qué pasó a partir de ese momento, cómo se diseminó la enfermedad, (…) y por qué de modo diferente el grupo M y el grupo O, que quedó confinado en África Central y Oriental”, señala el investigador gallego.
Una de las principales ventajas de este estudio, al contrario que otros anteriores, que se centraban en genomas y lugares concretos, es que por primera vez se han empleado las últimas técnicas filogeográficas para analizar todas las pruebas disponibles y poder “estimar estadísticamente de dónde viene el virus”, según explicó a Europa Press el profesor Oliver Pybus, del departamento de Zoología de la Universidad de Oxford.
Posada fue noticia en enero al lograr fondos de élite para investigar el cáncer
En esa línea, el investigador de la Universidad de Lovaina, Philippe Lemey, ha destacado que, una vez conocidos los orígenes espacio-temporales de la pandemia, se pudieron hacer comparaciones con otros datos históricos y comprobar que la difusión temprana del VIH-1 desde Kinshasa a otros lugares se hizo siguiendo “patrones predecibles”.
Los investigadores han determinado que esa expansión pasó por una primera fase prepandémica, en la que las infecciones aumentaron “de manera proporcional al crecimiento de la población humana” y el virus se desplazó mediante la red ferroviaria y fluvial. De hecho, en esas décadas, Kinshasa se convirtió en una de las ciudades mejor conectadas de esa región de África, según ha recordado el investigador de Oxford, Nuno Faria.
Sin embargo, a partir de 1960, se produce un salto y las infecciones se multiplican, llegando a triplicarse el número de afectados. Las pruebas estudiadas sugieren que ese cambio estuvo vinculado con cambios de comportamiento en el comercio sexual, así como con campañas de salud pública para el tratamiento de ETS, con prácticas como uso de jeringuillas sin esterilizar.
Por otra parte, estos descubrimientos también permiten descartar por completo otra teoría que, no obstante, ya se consideraba errónea. Se trata de la tesis de que el VIH se expandió en la década de los 60, a través de las vacunas contra la polio empleadas por médicos belgas y que contenían células hepáticas de chimpancés.