Hoy hablaré de emociones, pero no desde el punto de vista molecular, sino de las emociones per se. Una en particular, aquella que siente alguien al adentrarse en el mundo de los trovadores universitarios, los sopistas de antaño que habitaban La Casa de la Troya. Las emociones de alguien que vivió en primera línea tantas serenatas al son de la tuna. ¡Qué bellos recuerdos!
Todos tenemos un presente y hemos vivido un pasado. Muchos estudian en una ciudad o en varias, luego consiguen trabajo donde les depare la vida, forman una familia… Y su camino continua hasta el fin de sus días. Todos en la vida tenemos buenas y malas experiencias. Cuando volvemos la vista atrás, y recordamos, solemos quedarnos con los buenos momentos. La nostalgia del pasado, de aquellos tiempos estudiantiles, de aquellas noches universitarias, de la añorada juventud, se intensifican cuando uno siente nostalgia de la tuna universitaria.
Hace apenas dos semanas ocurrió algo que llevaba esperando casi 20 años, para ser exactos 19. La Tuna Universitaria de Vigo (TUVI) celebró su XXX Aniversario y nos reunimos casi todos para celebrarlo. ¡Guau! Recuerdo llegar al monte del Castro en Vigo, y ver allí a la mayoría de mis antiguos compañeros. El corazón me latía acelerado, porque había pasado tanto tiempo y añorado tanto este momento, que no podría explicar con palabras la emoción que sentí al volver a verlos de nuevo. El tiempo pasa, pero para la tuna, no pasan los años. Allí estaban casi todos, con sus trajes de tuno, sus becas, sus capas y sus instrumentos musicales. El tiempo volvió atrás casi al instante, como si nos hubiésemos quedado anclados en 1995, la última vez que los vi. La foto con las anclas del Castro, mostrando el antes y el después, atestigua ese momento.
Después de abrazos, ponernos al día y muchas risas, por fin comenzaron a sonar las canciones de tuna típicas: Tuna Compostelana, Fonseca, Clavelitos, Alma Llanera, Silencio, Cintas de mi capa, Imágenes de ayer, Muller Viguesa... Me sentía libre como el viento, tanto, que hasta pegue unos brincos con la pandereta después de tantos años. La serenata continuó en un restaurante hasta altas hora de la madrugada, como en los viejos tiempos de antaño. Tocamos y cantamos canción tras canción, y aunque los años pasan, el sonido de esas guitarras, bandurrias… Y esas voces, siguen como el primer día. Si tuviera que volver a vivir, sin duda, pasar por la tuna sería obligatorio, al menos para mí.
Se proyectó un vídeo con imágenes del pasado y con mensajes de tunos que no pudieron asistir al aniversario. La emoción fue grande y varios soltaron sus lagrimitas. Tantos recuerdos, tantos viajes, tantas serenatas juntos, tantos momentos maravillosos que compartí con la tuna. Mis aventuras con la tuna de Vigo solo duraron un año ya que luego me haría tuno de la Tuna de Farmacia de Santiago de Compostela al cambiarme de universidad. Sin embargo, tengo que decir que con La Tuna Universitaria de Vigo descubrí la maravilla de la tuna y me enamoré de ella. Eso, lo he llevado siempre en el corazón desde aquel día de San Pepe de 1994, el día que descubrí la tuna.
Os invito a escuchar una de mis canciones preferidas de la tuna, Imágenes de ayer, para que entendáis lo que quiero decir y las emociones subyacentes a este artículo. Parte del estribillo: “Pero quiero volver a vivir aquellos tiempos,
imágenes de ayer que están en mi pensamiento,
y quiero revivir aquellas noches de luna,
que cantando con la tuna me sentía yo feliz”.
La juventud de hoy en día quizás no aprecia tanto o simplemente no entiende a la tuna como antes. Siempre habrá detractores, como en casi todo, pero la tuna es una tradición viva y esperemos que no se muera nunca. Por último, mencionar que cuando volvía en el coche hacia mi casa, además de ir cantando y sonriente, alguna lágrima broto de mis ojos. Muchas emociones en tan poco tiempo. Ahora toca esperar, esperemos que esta vez no sean otros 20 años. Hasta el año que viene para celebrar el XXXI aniversario. Aunque conociendo a la tuna, seguro algunos se irán de ronda mucho antes. Hasta entonces, me despido con un ¡Viva la Tuna!