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El hallazgo de nuevos restos humanos en las excavaciones realizadas en A Lanzada a lo largo de 2016 va a permitir ahondar, durante los próximos meses, en la investigación sobre el modo de vida de los pobladores del castro a lo largo de los primeros siglos de nuestra era. Por primera vez desde hace 30 años se han descubierto restos humanos en el yacimiento y su estado de conservación es excelente.
Entre las sorpresas que depara el castro de A Lanzada se encuentra el descubrimiento de que una parte de la necrópolis estaba dedicada solo a bebés, algo excepcional ya que lo habitual en este tipo de asentamientos es que a los niños se les enterrase dentro de las casas.
Por primera vez en 30 años se han descubierto restos humanos en el yacimiento
Olalla López Costas, antropóloga física de la USC, explica que esto puede indicar que los niños recibieron un cuidado especial al ser enterrados. “Incluso debajo de la cabeza de uno de los esqueletos encontramos una pieza de cerámica, como si hubiesen querido sujetarle mejor la cabeza al enterrarlo”, señala la investigadora. Los cuerpos encontrados recientemente pertenecen a niños enterrados entre los siglos I y II d.C.
Otro de los enterramientos de bebés presenta la particularidad de que se trata de dos bebés que fueron enterrados juntos, lo que parece indicar que murieron al mismo tiempo.
Las sorpresas también aparecen en los restos de adultos que se han encontrado. En total aparecieron restos de cuatro cuerpos, tres de ellos completos. Dos de los adultos fueron enterrados juntos y en la misma caja, aparecieron uno frente al otro en posiciones invertidas. Los análisis ya realizados revelan que uno de ellos tenía entre 17 y 20 años y gozaba de una estatura muy inusual para la época, ya que alcanzaba el 1,81. El otro cuerpo es de otro hombre de más edad y medía 1,70. Los estudios de ADN que se están realizando permitirán establecer si eran parientes y cuál era su procedencia. Al parecer fueron enterrados cuando ya se encontraban en estado de descomposición.
El primer cuerpo en aparecer durante la última excavación fue el de una mujer bautizada como Cornelia. Era una persona de edad bastante avanzada y al parecer sufría algún tipo de enfermedad porque fue enterrada con la cabeza muy doblada hacía un lado. Tanto en el caso de Cornelia como en el de los otros dos adultos se encontraron los clavos de las cajas en los que fueron enterrados en las cuatro esquinas del sepulcro. Los enterramientos en cajas fueron más habituales a partir del siglo V d.C.
El colágeno de los huesos y las muestras de parásitos y del suelo son fuentes de información
Los análisis que se están realizando sobre estos restos van a permitir seguir sacando conclusiones sobre las características físicas y el modo de vida de los habitantes del asentamiento en los primeros siglos de nuestra era. Hay cosas que ya se saben, como por ejemplo que la dieta de estas personas era rica en pescados y mariscos y que contaban con algún tipo de servicio médico ya que se han encontrado fracturas en los huesos que fueron curadas, aunque no siempre de la forma más adecuada.
El colágeno que se extrae de los huesos, así como las muestras de parásitos y del suelo en el que estaban enterrados son algunas de las fuentes de información con la que cuentan los científicos. Las características del suelo arenoso de A Lanzada han permitido una mejor conservación de los huesos de lo que es habitual para unos restos que pueden llegar a alcanzar los 2.000 años de existencia.
