Tecnología al servicio directo de la mejora de la calidad de vida de las personas. Esta es la propuesta que están desarrollando en ACE, proyecto nacido de la colaboración de Gradiant y la Fundación Biomédica Galicia Sur. La iniciativa propone una aplicación a través de la que analizar heridas crónicas para, con el apoyo del personal sanitario, realizar una recomendación de tratamiento. Una herramienta especialmente útil cuando la persona encargada de la cura es un o una profesional sin formación especializada en este tipo de lesiones.
Este sistema está entrenado mediante técnicas de deep learning que posibilitan el análisis en profundidad de miles de imágenes para reconocer una serie de patrones en las heridas. Esto, junto con una serie de preguntas a la persona que esté tratando la lesión, sirve para estimar cuáles serían los procedimientos idóneos para la cura y, así, agilizar la recuperación del paciente.
No desarrollo del proyecto tuvo un papel esencial el apoyo del Programa Ignicia, que busca promover la transferencia de tecnología. Gracias al soporte y a la subvención recibidas de esta iniciativa de la Agencia Gallega de Innovación se está llevando la aplicación a estado comercial. Se prevé que este apoyo derive en la constitución de una spin-off en agosto de 2025.
Cómo surge el proyecto
El origen de ACE, acrónimo de Advanced Cutaneous Evaluator o evaluador cutáneo avanzado, se remonta a 2017. Fue entonces cuando José Manuel Rosendo, enfermero referente en el tratamiento de heridas crónicas del hospital Montecelo de Pontevedra, se pone en contacto con Gradiant y con la Fundación Biomédica Galicia Sur. Les cuenta su experiencia de muchos años trabajando con este tipo de úlceras cutáneas, un tipo concreto de lesiones que dura más de seis semanas y pueden ensancharse meses. Se dan, por lo general, en personas con un perfil de edad avanzada y polimedicación, con más de una patología y problemas nutricionales o de movilidad.
Estas heridas requieren habitualmente de un tratamiento en entorno húmedo, que replique el contexto de curación natural del cuerpo. Pero para esto hay distintas herramientas y productos, lo que para el personal no especializado puede generar incertidumbres o dudas sobre el mejor enfoque. Rosendo, a quién frecuentemente le hacían consultas sobre estas heridas, propone la posibilidad de utilizar tecnología para solucionar este problema mediante un sistema de soporte a la decisión. Así se pone la primera piedra para el proyecto actual de ACE.
Comparación con miles de imágenes
“Empezaron a trabajar en un sistema de inteligencia artificial”, recuerda su CEO, Óscar Pérez García, “de modo que tú con tu dispositivo móvil haces una foto de la herida. Hay una red neuronal que clasifica el tejido”, que fue entrenada con miles de imágenes de otras lesiones semejantes, ya tratadas y con los distintos tipos de tejido identificado. Esta establece que tipo de tejido en concreto tiene la herida, porque las diferencias van a suponer cambios en el abordaje de cada caso. “Hacen dos o tres preguntas al profesional, porque hay cosas que con el móvil no podemos percibir”. Es el caso, por ejemplo, del olor, que puede llegar a convertirse en un problema psicosocial para la persona afectada.
Tratamiento a la carta
Con lo que detecta el sistema de inteligencia artificial, la clasificación de tejidos y las preguntas, la aplicación hace una serie de recomendaciones de decisión clínica en base al catálogo de productos a disposición del personal. “En este caso estamos trabajando con el Sergas, pero el día de mañana, cuando salgamos del entorno de Galicia, si es nacional o internacionalmente, la solución se adapta para el producto o productos que tengan disponibles”.
Todo el procedimiento es ágil y sencillo: el personal recibe a la persona con esa herida y, como primer paso, la limpia. Abre la aplicación en el móvil o tablet que lleve consigo y hace una fotografía que se sube al sistema. Este le devuelve dos o tres preguntas, en función de cada caso, y realiza la recomendación de tratamiento al o a la profesional de la sanidad, que por supuesto será quien tenga la última palabra sobre cómo proceder. En total: un minuto o minuto y medio. Todo respetando el anonimato de la persona a la que se está tratando.
El CEO de ACE destaca las posibilidades que la aplicación abre para aquellas personas sin experiencia concreta en heridas crónicas. Especialmente para cuando atiendan en visitas domiciliarias o trabajen en puntos más remotos de la geografía, donde es más complicado tener el soporte de un enfermero Rosendo, alguien con mayor pericia que oriente sobre cómo proceder. “Le das ese conocimiento experto que, por falta de años de experiencia o porque no tuvo exposición a este perfil de paciente o de herida, suple automáticamente el sistema”.
Siguientes pasos
Según explica Pérez García, “la herramienta está prácticamente lista para lo que se llama el MVP, el mínimo producto viable”. Ahora comenzarían con la parte de certificaciones necesarias del sistema de calidad. “Todo este proceso de montar el sistema, pedir toda la documentación, los registros, las licencias, es donde nos van a a llevar toda esta subvención, además de, por supuesto, la validación técnica como tal del producto”, destaca el CEO.
Otro de los elementos esenciales en estas fases a corto plazo es la validación clínica, el ensayo que llevarán a cabo con la fundación. “Lo que va a hacer es, con una serie de pacientes, contrastar que el resultado o la recomendación de nuestra herramienta es compatible con un conjunto de expertos. Es decir: ¿tiene sentido lo que estamos recomendando? Y segundo: ¿cuál es el impacto? ¿Cuál es la mejora?”. De la respuesta positiva que se prevé en estas fases nacerá la spin-off.
La previsión es que se adelanten semanas de tiempo de curación, algo que supone un ahorro en términos de material empleado y de tiempo de profesionales pero, sobre todo, de bienestar para la persona afectada. Al final, es todo tan sencillo como una tecnología que ayuda a curar heridas más rápido: un ejemplo perfecto de transferencia en favor de la sociedad.