Xoves 28 Marzo 2024

El pasado es un sueño

Todos somos distintos, únicos, la variabilidad es la esencia de la evolución; sin ella, la extinción sería irremediable. El cerebro contiene unos 85.000 millones de neuronas y realiza muchísimas funciones pero quizás la más importante es la de aprender para así poder sobrevivir. La supervivencia es nuestro fin último. El profesor Francisco Mora, catedrático de Fisiología Humana en la Universidad Complutense de Madrid, os diría: “Jugar es el disfraz con el que se viste el aprendizaje”. Es decir, los niños cuando juegan no están perdiendo el tiempo como muchos piensan, sino que están aprendiendo a moverse, orientarse, hablar, tener conciencia del yo… En definitiva, a vivir, y así poder competir por su propia supervivencia.

Esto se tiene que hacer a su debido tiempo y a su ritmo natural. Forzar la máquina puede ser contraproducente. La niñez debe de ser simplemente eso, una época dorada donde uno vive en un sueño, donde todo es bello y parece que nada importa. Sin embargo, es aquí donde nuestro cerebro se desarrolla a pasos agigantados y adquirimos todas esas capacidades esenciales para nuestra supervivencia. La constante interacción de nuestros genes con el ambiente que nos rodea (familiar, social, educacional…) serán determinantes en dicho proceso. Por ejemplo, los niños en Finlandia están con su familia disfrutando de su niñez hasta los 7 años que es cuando comienzan en la escuela primaria. La educación allí es personalizada y es de las mejores evaluadas del mundo según el informe PISA.

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No es el tamaño del cerebro lo que importa, sino cómo interactúan millones de neuronas

Desde hace millones de años, el cerebro se ha ido haciendo cada vez más complejo hasta llegar a más o menos un kilo y medio de masa cerebral. Sin embargo, no es el tamaño lo que realmente importa, sino cómo todos esos millones y millones de neuronas se conectan e interactúan entre sí. Ahora se habla de “Conectoma” y si veis las imágenes son espectaculares. Nuestro cerebro es increíblemente complejo a pesar de su tan reducido tamaño. Todo lo que somos, nuestra esencia, está ahí dentro, sin él, realmente no somos nada.

Todos quisiéramos ser niños toda la vida. Sin embargo, el envejecimiento es irremediable. Estamos aquí para no ser eternos, de ahí la necesidad de reproducirnos. El cerebro es muy plástico, es decir, se mueren y generan nuevas neuronas, se crean y destruyen conexiones sinápticas, se alteran los circuitos para bien o para mal… Y con ello se altera el funcionamiento de nuestro ordenador central. Nuestro cerebro y sus mariposas del alma (neuronas) también envejecen. Durante el proceso natural de envejecimiento se producen errores, un desgaste. Esto puede dar lugar a enfermedades en las cuales los procesos cognitivos se ven disminuidos, tales como el Alzheimer o el Parkinson. Se  habla también del concepto de “reserva cognitiva”. A mayor reserva cognitiva mayor protección contra este tipo de enfermedades. Así, por ejemplo, hablar varios idiomas funcionaría como agente neuroprotector al aumentar dicha reserva.

Cerebro 2
Arquitectura cerebral, vista con los datos del Connectome Scanner.

Algo muy interesante es cómo uno recuerda lo que ha vivido, es decir, sus memorias. Cuando uno echa la vista atrás, cada vez que recordamos una experiencia vivida, nuestro cerebro durante unos minutos tiene la oportunidad de modificar dichas memorias, o incluso eliminarlas. Para que lo entendáis, añadimos o eliminamos información asociada a nuestros recuerdos. Por lo tanto, lo que nos ha pasado en nuestro pasado, nuestras experiencias vitales, uno no las recuerda exactamente igual a como han ocurrido en realidad, aunque creamos que sí. ¿Por qué? Porque nuestro cerebro modifica esas memorias con un fin último, atrapar la información importante y que aumente nuestras posibilidades de supervivencia en el contexto en el que uno vive en su presente o futuro. No nos damos cuenta de ello, pero así ocurre.

Muchas veces no recordamos el pasado como ha ocurrido en realidad, sino algo así como simplemente un sueño de lo que hemos vivido. O lo que es lo mismo: “el pasado es una invención de la memoria”. Lo importante es que este sueño se siga reinventando día tras día a lo largo de nuestras vidas. Como dijo Rosalía de Castro: “Es feliz el que soñando, muere. Desgraciado el que muera sin soñar”.

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