Cuando Wenceslao Fernández Flórez se inspiró en el bosque de Cecebre para escribir El bosque animado, el lugar era muy distinto al de hoy. No existía el embalse, ni estaba rodeado por las dos grandes vías de comunicación de Galicia: la A-6 y la AP-9. Sin embargo, aunque los humanos han dejado su huella en el entorno, la zona sigue preservando un alto valor natural, como espacio protegido y muy indicado para disfrutar del turismo ornitológico y de una gran variedad de hábitats.
El embalse se construyó a mediados de los años 70, en un momento de rápido crecimiento de la ciudad de A Coruña y, por tanto, de sus necesidades de abastecimiento de agua. Se aprovecharon las cuencas de los ríos Mero y Barcés, que confluyen justo en este punto, entre los municipios de Abegondo y Cambre. Las aguas tienen una profundidad media de más de 5 metros. El espacio protegido, de casi 530 hectáreas, llega también a los ayuntamientos de Betanzos, Carral y Oza dos Ríos.
Así, que aunque la construcción de la presa alteró el paisaje, la zona no perdió su importancia ecológica. Así, más de su cuarta parte, sobre todo en la parte alta del embalse, cuenta con un valor de conservación “muy alto”. Hoy está protegida por varias figuras, como el Lugar de Interés Comunitario (LIC), Zona de Especial Conservación ( ZEC) y forma parte también de la Reserva de la Biosfera de las Mariñas Coruñesas y Terras do Mandeo y la Red Natura.
Las aves
Cecebre destaca, sobre todo, por la gran variedad ornitológica que se puede observar. Hay registros de más de un ciento de especies de todo tipo, desde propiamente acuáticas hasta otras más habituales en los bosques de ribera. Sobre todo en las épocas de migración, es suficiente con pararse en los puntos habilitados, como el observatorio de aves de Crendes, para contemplar una romería de pájaros sin fin.
Petirrojos, verderones, cormoranes, garzas, águilas pescadoras, azores comunes, somormujos, o azores comunes se mueven buscando alimento y protección en las aguas, las vegas y los campos de la zona.
Y algunas otras, como el fumarel común (Chlidonias niger), el escribano palustre (Emberiza schoeniclus subsp. lusitanica), el aguilucho cenizo (Circus pygargus) o el águila pescadora (Pandion haliaetus) están en peligro de extinción o en una situación vulnerable.
Hábitats protegidos y especies en peligro
En el área del embalse de Cecebre pueden verse también hábitats protegidos, entre los que sobresalen los brezales secos, bosques de aluvión de alisos y fresnos y robledales. En estas zonas aparecen también otras especies vulnerables de mamíferos y anfibios, como el murciélago ratonero o el murciélago grande de herradura, el topo de río o la salamandra rabilarga.
Además, algunas especies exóticas invasoras, como el cangrejo de río americano, el visón americano, la perca y la carpa comprometen la supervivencia de algunos taxones que llevan mucho tiempo habitando la zona.