Los vigilantes del volcán

Dos años después de que el volcán submarino de El Hierro iniciara su actividad, una calma relativa ha regresado a la isla canaria. Los habitantes han vuelto a sus casas, la sismicidad ha desaparecido y ya no brota lava del fondo del mar. Pero la actividad sigue ahí, oculta bajo el manto del océano. Las investigaciones realizadas en la zona han permitido detectar que de la grieta abierta en la corteza terrestre sigue emergiendo gas, lo que genera fuertes anomalías en las propiedades del agua del mar. La observación del área también ha permitido realizar un mapa detallado del volcán en el que se observa su estado actual, con cuatro cráteres alineados que tienen su punto de menor profundidad a 90 metros de la superficie marina.

En el reconocimiento de la zona ha sido fundamental el papel de dos buques del Centro Oceanográfico de Vigo (COV). El 10 de octubre de 2011 comenzó la actividad del volcán, situado a 1,8 kilómetros al sur de la isla de El Hierro. Catorce días después, el Ramón Margalef localizó el nuevo volcán en pleno proceso eruptivo. Dedicado exclusivamente a monitorizar el crecimiento y forma del volcán con el fin de asesorar en el dispositivo, su tripulación científica certificó en marzo de 2012 el final del proceso de expulsión de lava.

Después tomó el relevo su gemelo Ángeles Alvariño, desplazado para permitir a los investigadores el conocimiento exacto de la forma y batimetría del nuevo volcán submarino. El reconocimiento hidrográfico y batimétrico lo realizaron equipos del Instituto Hidrográfico de la Marina y del Instituto Español de Oceanografía –al que pertenece el Centro Oceanográfico de Vigo, donde tienen su base ambos buques–. Sus científicos están integrados en el proyecto Vulcano (Volcanic eruption at El Hierro Island. Sensitivity and Recovery of the Marine Ecosystem). El reconocimiento batimétrico, con el volcán ya en fase de reposo, fue el que permitió la realización del mapa del nuevo conjunto de cráteres en el entorno de El Hierro, publicado en la revista internacional especializada en cartografía Journal of Maps.

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Fuertes anomalías

La participación de los dos barcos con base en Vigo se coordinó en el Plan de Protección Civil por Riesgo Volcánico de Canarias (Pevolca). Las conclusiones a las que han llegado los investigadores pasan por la existencia de fuertes anomalías de temperatura, salinidad, pH, CO2 y oxígeno disuelto en cuatro de los nueve conos del volcán. El proceso de desgasificación continúa activo.

Las anomalías son evidentes, con diferencias térmicas medias de 1,5º centígrados y en el pH de hasta 0,2 unidades. “No son insignificantes, si se comparan con las variaciones de temperatura y pH asociadas al cambio climático par el próximo siglo”, comentó a Sinc Eugenio Fraile, investigador del IEO y coordinador del proyecto Vulcano. Estas circunstancias convierten la zona del volcán en un área de un valor incalculable para la comunidad científica, en una especie de laboratorio natural en el que se pueden estudair algunos de los principales procesos relacionados con el calentamiento global y la acidificación oceánica.

Los barcos Ramón Margalef y Ángeles Alvariño son dos de los seis buques de que dispone el Centro Oceanográfico de Vigo para sus investigaciones. La flota la completan el Vizconde de Eza, el Cornide de Saavedra, el José María Navaz y el Miguel Oliver. El Centro Oceanográfico de Vigo, fundado en 1917, es uno de los nueve Centros Oceanográficos del IEO. Ubicado en Cabo Estai-Canido, consta de dos edificios: un edificio principal y un módulo de experiencias biológicas, dedicado fundamentalmente a la investigación sobre el cultivo de peces.

Los peligros de Gibraltar

A veces la diplomacia puede resultar más peligrosa que un volcán en erupción. Literalmente. Muchos de los riesgos que no vivió la tripulación de Ramón Margalef cuando se acercó a la lava ardiente que brotaba de los cráteres de El Hierro los padeció durante 20 horas entre el 18 y el 19 de noviembre, cuando su presencia en aguas de Gibraltar, donde realizaban una prospección, desató no solo una crisis con el Foreign Office, sino la intimidatoria presencia de siete patrullas de la Royal Navy. Las autoridades del Reino Unido consideraron la actividad del buque una incursión en en aguas territoriales británicas en Gibraltar.

Claro que no se trataba de una prospección cualquiera. El barco del Instituto Oceanográfico de Vigo estaba en la bahía gibraltareña para realizar un estudio sobre los bloques de hormigón arrojados por el Reino Unido el pasado verano, y que desataron un conflicto entre los dos países. A bordo del buque oceanográfico viajaban 14 tripulantes, todos ellso gallegos, que vivieron momentos de gran tensión. El Ramón Margalef tuvo que pedir auxilio a la Guardia Civil.

El conflicto motivó la convocatoria por el Foreing Office del embajador español en Londres, Federco Trillo, que compareció por tercera vez desde que estalló la crisis en verano. El secretario de Estado británico para Europa, David Lidington, afirmó que, al ser advertido por radio, el buquye respondió que llevaba a cabo un estudio con permiso de las autoridades españolas y en interés de la Comunidad Europea. Lidington consideró la incursión del Ramón Margalef de “provocadora” y urgió al Gobierno de España a asegurar que no se va a repetir.

La tripulación del Ramón Margalef está compuesta por 14 hombres, entre capitán, oficiales, jefe de máquinas, técnicos, cocina y marineros, naturales de Vigo, Bueu, Marín y Ribeira.