Venres 29 Marzo 2024

Marte no es el mejor lugar para criar a tus hijos

Recuerdo siendo muy crío, la primera vez que me dejaron ir solo al cine por la proximidad del Fraga a la casa de mi madre. Fue tan especial que incluso disimulé un trancazo gripal para poder gozar de la experiencia y de paso no asistir al día siguiente a clase (planazo). Además la película era anunciada como el no va más de la ciencia ficción postpsicodélica: un punto de inflexión en el género, tanto a nivel narrativo como a nivel técnico y estético, todo ilustrado con imponentes naves circulares en el inmenso cartel que presidía el hall del cine.

Iba a ser la tarde perfecta, así que saludé al uniformado acomodador al que conocía de sobra (aunque ahora no recuerde su nombre) y procedí a sentarme en la quinta fila/pasillo, que era mi butaca favorita, justo cuando la película comenzaba. Y así me acomodo, el febril trancazo empieza a tomar altura… Más y más a medida que me voy metiendo en la aún mas febril 2001: UNA ODISEA DEL ESPACIO. Mis pesados ojos no entienden nada, pero no pueden dejar de mirar la gigantesca pantalla que se me venía encima llena de monos histéricos ante un monolito negro. Aquel ojo rojo de Hal 9000 suplicando con voz infantil no ser desconectado se aliaba con mi fiebre y me producía temblores… Aquel delirio orquestal acompañando la travesía lisérgica de un David Bowman que envejecía rápidamente a medida que caminaba por pasillos y habitaciones iluminadas desde el suelo, para terminar en su lecho de muerte junto al dichoso monolito erguido a los pies de su cama: MUCHO miedo. Llegué a casa y mi madre nada más verme me puso una aspirina en la boca, el termómetro y me acosté con una de las sensaciones mas extrañas que experimenté en un cine y que no volvería a revivir.

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Mate NasaMucho tiempo después pude leer en una entrevista que a David Bowie, cuando fue al cine a ver 2001 le invadió una sensación parecida, pero él volvió a entrar otra vez en la siguiente sesión y se la volvió a tragar. De esa doble proyección surgió una de las canciones mas sublimes de la historia del pop: Space Oditty, o lo que es lo mismo, la historia del primer héroe espacial abandonado a su suerte y condenado a perderse entre estrellas, quasares y “agujeros de gusano” para no volver jamás.

El Glam era como una especie de aderezo británico que se le espolvoreó a la ya triturada psicodelia sesentera a base de make up, glitter, purpurina, ciencia ficción, desparpajo, pluma y regreso al viejo rock and roll sobre zapatos de plataforma. Bowie era la mas sesuda e intelectual megastar del gremio, Marc Bolan tendía a la fantasía espacial en modo “guerrero galáctico” e incluso el propio Elton John y su “glam para toda la familia” compuso Rocket Man, una historia espacial deliciosamente doméstica cuya segunda estrofa comienza dejándolo todo muy claro: “Marte no es un buen lugar para que crezcan tus hijos”. La vieja década de los 60 terminaba con la llegada del hombre a la Luna y las nuevas tendencias pop no  serían ajenas a este hecho.

2001_a_space_odyssey_event_0_0_1Los 70 empezaron así, al carro de Armstrong, Aldrin y Collins y la Luna pisoteada por sus botas. Imágenes que permanecen en la retina humana en blanco y negro para que la música pop le aplicase el maquillaje con intención de disimular lo terriblemente aburrido (aunque atrayente) que era el espacio. Espacio que por primera vez, gracias a la NASA, era servido a domicilio vía TV y prensa en general, donde de repente se abrió una inmensa puerta de recursos para ambientar historias y canciones, un nuevo entorno muy útil en términos poéticos para evocar soledad, incomprensión, rechazo o la propia reivindicación de la individualidad que encontrarán entre galaxias la mejor de las excusas para hacer hits. La carrera espacial era de pronto un icono pop y los sucesores en el cargo apuntaban al futuro con el dedo levantado indicando el camino hacia el sistema solar como si la Tierra se les hubiera quedado pequeña, aquella Tierra donde se habían abonado tantos sueños en la década anterior, ahora ya desvanecidos.

A día de hoy, un humilde servidor también gusta de hacer del espacio materia prima para dar forma a mis canciones, pues me reconozco públicamente heredero musical de aquellos clásicos inglesitos maquillados a dolor que cantaban odas interestelares.

Creo que la URSS y EEUU, en su enconada disputa por ver quién llegaba primero a nuestro satélite, dejaron algunos mártires y héroes supervivientes con un curriculum de experiencias imposibles de olvidar, muy evocadoras en un montón de blues espaciales como Space Oditty o Rocket Man: El casi espartano y primer mártir Vladimir Komarov que a bordo de la Soyuz 1 no pudo alcanzar su luna y acabó estrellándose en tierra por un fallo en el paracaídas de la cápsula. Inquietante la leyenda de Ludmila Tokova: según se cuenta pudo ser la primera astronauta rusa (anterior a Valentina Vladimirovna Tereshkova) lanzada al espacio el 16 de mayo del 61 y que falleció de regreso a la atmósfera al incendiarse su rudimentaria nave. El soviet niega todo conocimiento a pesar de las “pruebas” grabadas al parecer por los hermanos Cordiglia, dos radioaficionados italianos que afirman a día de hoy haber registrado por casualidad las últimas palabras de Tokova el 23 de mayo en su angustiosa llamada de socorro. Ya en 1971 Georgui Dobrovolski, Vladislav Vólkov y Víctor Patsáyev a bordo de la Soyuz 11 y procedentes de la primera estación espacial Saliut, fallecen también de regreso al no poder aminorar la velocidad de reentrada. Lo dicho: los blues del espacio sonaron con intensidad por aquel entonces y supongo que, como todo, volverá ahora que el espacio casi es tendencia para jeques, megaempresarios y estrellas de Hollywood que, tirando de VISA, reservan sus vuelos para dentro de un par de lustros poder hacer selfies en órbita.

A finales de aquel siglo XX parecía que el espacio sería nuestra tierra y la tierra tan solo nuestro cuarto de baño… El futuro por aquí, nunca fue muy puntual.

“Y ahora pienso que pasará mucho, mucho tiempo

Hasta que aterrice y descubra

Que ya no soy el hombre que ellos piensan que era en casa

Oh no no no, yo soy un hombre-cohete

un hombre-cohete solo aquí arriba, quemando fusibles”

2 COMENTÁRIOS

  1. Aunque se rodó en mi año de nacimiento, yo no fui al cine a verla hasta 14 ó 16 años después, en una reposición en el cine Avenida de mi Orense natal. Sólo recuerdo que me pasé toda la película como un bobo con la boca abierta. Ya amante de la ciencia y del cine, descubría el cine de Kubrick, pausado, no muchos diálogos, al menos hablados, pero sí incrustados en imágenes. Y no podía dejar de pensar de que aquella obra maestra se había rodado en 1968!!!
    Kubrick siguié siendo un referente para mí hasta su muerte, hasta Eyes Wide Shut, e incluso hasta A.I., concluida por Spielberg al más fiel estilo de su maestro Kubrick.
    Como mente científica que siempre he tenido y disfrutado, el espacio es algo que siempre me ha fascinado…. qué puedo contaros que no sepais, y por eso no puedo dejar de emocionarme y llorar como un crío cuando veo una increíble Gravity de un Mexicano que esprime al máximo las dotes interpretativas de una inicialmente sosa Sandra Bullock que por fin deja ver lo buena actriz que puede ser, o cuando veo una espectacular Interestellar de un genio llamado Christopher Nolan, mi director fetiche desde la primera entrega de la saga de Batman, con otro aburrido McConaughey que por fin se ha empeñado en demostrar lo increíblemente buen actor que es.
    Y todo esto sin habernos metido en el mundo de la música, pero de eso sabéis más que yo, en un día triste, muy triste, en el que ha ido a su odisea espacial para siempre el inmenso Bowie. Sólo un apunte musical: soy un incondicional admirador, desde niño, de Olfield, y no por eso crítico con él en muchas ocasiones. Pero creo que es de justicia, además de ser pertinente en el tema que nos ocupa, mencionar una de sus obras maestras, grande, muy grande, que a sus amantes, musicalmente hablando, claro, nos dio una bocanada de satisfacción, gozo, recuerdo del genio que es y hacía años llevaba oculto; una obra inspirada en una novela corta y no tan conocida como 2001….. de Arthur C. Clarke, una deliciosa novela llamada “Cánticos de una tierra lejana”.
    Cuando compré el cd, a mi amigo Manolo en el Corte, me fui directamente a la Calle Teófilo Llorente, abrí el Nick Bananna, que de aquellas regentaba, cerré las puertas, cogí la botella de Jack Daniels y un vaso, y me senté en el medio del local, equidistante de los cuatro bafles, y me pasé una hora con la piel erizada y las lágrimas cayendo por mis mejillas, sobre todo con el apoteósico final de tan bella intrumental y conceptual obra. Sí, lo siento, soy de los que sigo pensando de que el viejo Oldfield es un genio, y el The songs of distant earth, una de las obras que lo confirman.
    Y eso es un poco lo que quiería contaros, a quienes pueda interesaros. Y si he conseguido aportar algo, habrá valido la pena, en este triste día, en este triste día que el Duque ha comenzado su travesía por el Espacio…..

  2. Aunque no conozco mucho de “La carrera espacial” ni otras historias del espacio, siempre se tiene alguna atracción. Además un astronauta es un astronauta!
    Fuera bromas, buen repaso con música.
    No puedo resistirme ha dejar este enlace, aunque muchos lo conoceréis.

    http://youtu.be/Q_RB1ENTayU

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